Un show acústico, cargado de energía poética y un contacto directo cara a cara con sus seguidores es lo que brindará Miguel Cantilo hoy lunes en el complejo Primera Estrella (Calle 12 s/n Pocito, a las 16, entradas al 156626789), que celebra otro aniversario. El cantautor presentará su reciente producción discográfica titulada ‘Canciones de la Buhardilla’; y además, para los más nostálgicos, revivirá aquellas canciones populares del mítico dúo Pedro y Pablo.
– ¿Con ‘Canciones de la Buhardilla’ refleja una evolución como artista?
– Los caminos se van dando con la experiencia que se va teniendo y en este momento de mi vida, estoy viajando más que antes por el interior del país. Recojo historias, situaciones, relaciones, emociones y paisajes que se traducen en fuentes para mis nuevas canciones. Pero siguiendo la línea del clásico repertorio de Pedro y Pablo, está dado por el trabajo por la palabra. Creo que soy uno de los pocos músicos que pone atención especial en la palabra de la canción como el eje. Esto me margina a veces de lo común, de usar la canción como elemento de entretenimiento musical. Yo prefiero que la música se transforme en un vehículo de ideas, de emociones compartibles con el público. Si he evolucionado o no, eso queda para la gente y de los observadores que deberían opinar. Trabajo la canción como una artesanía. La dedicación a la composición es la misma desde que empecé mi carrera. Me gusta terminar en cuatro o cinco minutos un montón de ideas y emociones en una canción simple y con una letra profunda.
– ¿Cómo ve el rock nacional de hoy? ¿Hay menos dedicación a la letra?
– El rock se abrió en un abanico muy plural. Hay cosas que se tocan con rock pero no considerado como tal tradicionalmente, por ejemplo la obra de Lisandro Aristimuño o Cecilia Zavalla. Me interesan Los Tipitos, Arbolito y muchos grupos que trabajan la fusión. Cuando nosotros empezábamos, grabar un disco era todo un logro. Hoy los chicos pueden grabar en sus casas el disco debut y pueden iniciar una carrera importante con su primera carta de presentación. Ahora, eso sí, veo también que hay mucho marketing dando vuelta. También hay mucho abandono de la letra, hay más protagonismo en la imagen, en lo tecnológico para lograr ciertos sonidos. Otros caminos diferentes al nuestro y es lógico que sea así. Pero hay que reconocer que el rock ha logrado un nivel de convocatoria que ni soñábamos en nuestra época.
– ¿Siente satisfacción al ver que las canciones de Pedro y Pablo no pierden actualidad?
– Con algunas sí estoy satisfecho, como ‘Donde quiera que voy’, ‘Dónde va la gente cuando llueve’. Pero con ‘La marcha de la bronca’ siento mucha contradicción. Debo aceptar que ha permitido que mucha gente me conozca como autor contestatario, pero quisiera realmente que no hubiera perdurado tanto, ya que es testimonio de que en este país volvemos a situaciones que provocan mucha angustia y bronca en el pueblo. Hubiera preferido que la bronca no tenga vigencia. No me gusta repetirme como artista, pero el disparador lo tengo siempre. Me gusta tener la posición de resistencia, no desde el punto de vista político, sino de mantenerse coherente en las ideas que fueron banderas de mi juventud, que enfrentaron dictaduras y censuras y que no decaigan frente a la falta de solidaridad, del embate que produce el desentendimiento de la gente a las clases más vulnerables. Resistir ante aquella corriente de pensamiento superficial e individualista. Sigo buscando por el bien común. Mi actitud es resistir, es fundamental para la cultura popular, que se ve vulnerada por políticas que tratan de banalizar y hacer de todo un consumo para una sociedad capitalista.
– ¿Cómo soportó los cambios tecnológicos y su impacto en la industria musical?
– Es indudable que el desafío para la gente de mi generación es adaptarse a los cambios. Uno podría renegar que la música sea gratis, tengo amigos con estudios de grabación importantes que tuvieron que cerrarlos porque se dieron cuenta que la música se consumía de otra manera. Ya no es negocio, entonces hay que adaptarse. Los discos se venden cada vez menos. Para lograr el disco de oro y platino por 100 mil unidades y hoy con el tipo de música que hacemos no se puede pasar las 10 mil copias. Pero por otro lado lo compenso en que mis últimos discos los produje con mi sello, soy dueño de mis decisiones y lo distribuyo en las pocas disquerías que hay en pie y al final de mis shows, y bueno. En cualquier punto del planeta pueden chequear lo que hago. Esa ventaja hay que aprovecharla.
