El Papa Benedicto XVI vivió ayer una dura jornada en su Alemania natal, porque ciudadanos contrarios a las opiniones conservadoras del pontífice sobre la sexualidad y molestos con los casos de abusos sexuales por parte del clero protestaron en Berlín al comienzo de una visita de cuatro días del pontífice a su tierra.
Desde el Parlamento y en un encuentro teñido de enfrentamientos políticos, en el que un centenar de diputados de izquierda (del partido Socialdemócrata, Los Verdes y La Izquierda) lo criticó.
Benedicto XVI dijo “entender” a quienes abandonan a la Iglesia Católica disgustados por los supuestos casos de abuso sexual y aseguró: “La Iglesia es una red de Dios que saca peces buenos y peces malos”. Por esto pidió a los creyentes que no abandonen la Iglesia Católica, teniendo en cuenta que en Alemania en los últimos treinta años por lo menos 350 niños sufrieron abusos y, según datos de la iglesia local, el pasado año abandonaron el seno de la Iglesia católica 181.000 personas. Sin embargo, esta primera jornada tuvo también un marcado matiz político.
En medio del primer día de visita, el Papa se reunió con el presidente, Christian Wulff, y la canciller, Angela Merkel, y pronunció un largo y denso discurso, en el que entre otras cosas dijo que “servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político” y advirtió que la aplicación del derecho distingue al Estado de “una gran banda de bandidos”, como ocurrió en la Alemania nazi.
En este marco, miles de personas (opositores, homosexuales, víctimas de abusos sexuales y católicos críticos) se manifestaron contra la visita. “Estamos contra la falsa moral sexual vaticana”, comentó a Efe Wiltrud Schenk, de 65 años y disfrazada de preservativo color lila, mientras que Eckhard, de 62 años, que denunciaba las violaciones en orfanatos, aseguró: “Las disculpas protocolarias no borrarán los 14 años de abusos sexuales sufridos como monaguillo”.
Fuente: Efe y Reuters
