La clase inaugural que dio el Rabino Dr. Abraham Joshua Heschel como profesor visitante de la cátedra Harry Emerson Fosdick en el Unión Theological Seminary de New York, fue por él denominada: "’No Religion Is an Island.” Brillantemente desarrolla la tesis que la interacción dialogal entre judíos y cristianos es dramáticamente necesaria a fin de desarrollar la espiritualidad capaz de aventar todo tipo de paganismo que sabe entronizar ídolos o idolatrar conceptos tan funestos como lo fueron el nazismo y demás regímenes despóticos de cuyos estragos fue testigo el siglo XX.

Sostiene Heschel: "El nazismo, en sus raíces más profundas, fue una rebelión contra la Biblia, contra el Dios de Abraham. Al darse cuenta de que fue la cristiandad la que implantó el amor al Dios de Abraham y el compromiso con la Biblia hebrea en el corazón del hombre occidental, el nazismo resolvió que tanto debía exterminar a los judíos como eliminar al cristianismo, y en su lugar resucitar al paganismo teutón.

El nazismo ha sufrido una derrota, pero continúa el proceso de eliminación de la Biblia de la conciencia del mundo occidental. Es con el propósito de salvar el resplandor de la Biblia hebrea en la mente del hombre, que judíos y cristianos tienen la obligación de trabajar juntos. Ninguno de nosotros puede hacerlo por sí solo. Debemos comprender que en nuestra época el antisemitismo es anticristianismo y el anticristianismo es antisemitismo.”

Pasa luego Heschel a analizar la realidad vinculante de aquel presente (segunda mitad de la década de los sesenta) en el que, afirma, "el parroquialismo se ha vuelto insostenible”. La influencia del uno sobre el otro, que siempre ha sido importante en el pasado, se ha transformado en superlativa en el presente. Sostiene que: "No nos damos cuenta de que, mientras diferentes representantes de la fe en el mundo de la religión siguen mostrándose reticentes respecto del movimiento ecuménico, hay otro movimiento ecuménico cuya extensión e influencia abarca el mundo entero: el nihilismo.”

El eje de la tesis de Heschel pasa primeramente por la afirmación que el nazismo, una de las lacras más execrables que se engendró en el siglo pasado y marcó un eterno y oprobioso estigma en lo humano, pretendió extirpar a la Biblia y a su mensaje del seno de la humanidad. Aclara, que como víctima del nazismo, ve a sus hermanos cristianos como los genuinos socios para la reinstauración de la Biblia y su mensaje en medio de una realidad en la que en vez de pretender reinstalar a las viejas deidades teutonas (que condecirían con el concepto darwiniano de: "selección natural” en lo humano, desechando el paradigma de justicia y benevolencia bíblico), como pretendió hacerlo el nazismo, se vuelca hacia un nihilismo en el que la existencia pareciera ser un mero capricho de la "Madre Naturaleza.”

Para Heschel, el diálogo judeocristiano es el elemento que coadyuva notoriamente a la presencia significativa de la Biblia y su cosmovisión en el seno de lo humano.

Heschel fundamenta sus opiniones en ciertos párrafos clásicos de grandes maestros del pasado. Uno de ellos es el Mishneh Torah de Maimónides, y sólo aparece en las ediciones no censuradas de la obra. En Hilkhot Melakhim capítulo 11, halakha 4, el "Maestro” explicita: "Y todas estas cuestiones acerca de Jesús de Nazaret y del hijo de Ismael que surgió posteriormente, no fueron sino para rectificar la senda del rey ungido (Mesías) y corregir a todo el mundo para servir a Dios juntos, como está dicho: "Porque entonces trocaré a los pueblos una lengua pura, para que todos invoquen en nombre del Señor, y le sirvan cual un solo hombre” (Sofonías 3: 9)

Una postura aún más radical con respecto a la relación para con el cristiano y el creyente islámico cabe hallar en los escritos del Rabi Menahem HaMeiri. Conceptos similares a los de Maimónides desarrolla el Rabi Ya’akov Emden en sus comentarios sobre Pirkei Avot (Capítulo 4, mishnah 14), que se hallan compilados en el libro: Lehem Shamayim, y que son también citados por Heschel en su artículo. A saber: "…las congregaciones de las naciones en el presente, obran en aras al cielo, para publicitar el concepto de Dios entre los pueblos, en los confines. Lo nombran a fin de señalar que hay un gobernante en los cielos y en la Tierra, que rige y supervisa, premia y castiga… Por ello se mantuvo la congregación de ellos hasta el presente, pues honraron al Señor, el Dios de la Verdad y a su Torah, y manifestaron Su honor entre los pueblos que lo desconocían y escucharon acerca de Él. Por lo cual no será escatimada la retribución de sus buenas intenciones hacia el cielo ya que el misericordioso pretende un corazón (bueno)… también ha salido de ellos un gran favor a los remanentes de la casa de Israel presentes, pues sino fuese por ellos ya hubiese finalizado el mal su obra… Si no fuese por el Señor que estuvo con nosotros y erigió sabios cristianos e islámicos que nos defienden en cada generación, por compartir la Torah divina y única con la cual han erigido sus iglesias… y especialmente los sabios cristianos que siempre investigan en pos de la verdad, han hallado que no somos culpables por fortificarnos para cumplir y mantener la Torah de nuestro Dios que se halla en nuestras manos, por lo que fueron cuidadores para nosotros, hecho que les será reconocido como acto de bondad y justicia (tzedakah)”