El hombre tanto en las alegrías como en los dolores siempre ha tratado de fijar en el papel sus sentimientos donde deja fluir su interioridad. A veces describiendo situaciones personales o que afectan a todo un pueblo, como son las profanaciones que permanentemente le hacen a la Iglesia Católica. Por eso recordamos una vez más el "’Romance a la Iglesia Quemada” de Claude Paul. Nosotros hacemos nuestras sus palabras al recordar los episodios acaecidos el 16 de junio de 1955 en nuestro país, especialmente en la Capital Federal y en Bahia Blanca con el incendio y profanación de las iglesias. Recientemente en la Iglesia Catedral y hoy en la Iglesia Jesuítica ambas de la Capital Federal, qué no es cosa inocente de señoras y de chicos que no sabían lo que hacían. ¿No serán los ideólogos de este sacrilegio los mismos que abuchearon y silbaron cuando eligieron a Mons. Bergoglio como Papa? Tenemos derecho a sospechar. Vamos mal si seguimos haciendo relatos e interpretaciones desviadas de la Historia, porque:

"’Los pueblos que sufren amnesias lagunares o progresivas sobre su propia historia, van desdibujando su fisonomía moral. Por eso hay que recordar siempre a los grandes hombres y los magnos acontecimientos”, decía el médico poeta Osvaldo Loudet.

Creemos también que debemos tener siempre presente lo malo cuando hiere los más sagrado que tiene el hombre, que son sus creencias religiosas para tratar de que no se repitan, de ahí esta evocación cuando personas, turbas enloquecidas, ocultas en las sombras, cometieron las tropelías:

"’Y amaneció a media noche/ que eran soles las hogueras/ lamían altas las llamas / paredes y tumbas viejas” "’Que el odio retorcía / las sordas almas enfermas/ y excitaba las entrañas palpitantes de las fieras / Ay que el fuego /retorcía los barrotes de las rejas/ y se entraba por los huesos/ de las ventanas abiertas.”

En el pasado ardieron las iglesias de San Francisco, San Roque, Santo Domingo, San Juan Bautista, La Merced, San Ignacio, La Piedad, Las Victorias, San Ignacio y el edificio del Arzobispado de Buenos Aires entre otros. El espectáculo era dantesco. Recientemente el sacrilegio a la Catedral de Buenos Aires cuando las sacrílegas llenas de odio instalaron un bafio al lado del altar mayor. Recientemente el mismo sacrilegio e intento de prender fuego a la iglesia de los jesuitas. "’Adentro los candelabros/ lloraban gotas de cera /y el Cristo Crucificado/ tendía sus manos yertas/ sintiendo en la carne antigua / punzadas de llagas nuevas.”

Los templos verdaderas arcas de nuestra fe y tradiciones históricas, sus interiores fueron convertidos en verdaderos hornos, vejados y saqueados, hasta los archivos y tumbas.

"’En la gran nave desierta/ sobre el altar profanado / en este nuevo martirio / que pisa, destroza y quema / las blancas hostias sagradas / sobre las áureas patenas.”

Las imágenes fueron mutiladas, algunas destruidas, otras robadas. Perdiéndose de esta manera piezas únicas por su valor artístico y otras realizadas por mano de los indígenas, aprovecharon la impunidad que tienen siempre, por eso hacen lo que hacen.

"’¿Por qué me buscáis de noche /sin luz de luna, ni estrellas? Lo que los hombres no ven /¿acaso Dios no lo

viera?” Ni la Catedral de Buenos Aires fue respetada, ni siquiera por encontrarse allí la tumba del general San Martín, Igual incendiaron y profanaron todo. Tiene la víctima incienso/ en la asfixiante humareda/ que sube en agrias fragancias / de mármoles, oro y leñas:”

"Toda la Iglesia es un cirio/ un cirio en la noche negra/ que se consume alumbrando/ sin guardias y sin

defensas”. "’Las llamas describen locas /genuflexiones dantescas / las turbas remedan ritos /en danzas de cabras sueltas/las llamas son perros fieles / lamen las carnes que queman/ las llaman nacieron lumbres/ y el hombre las torna hogueras”.

Las imágenes de los incendios de los templos en Argentina, en aquel aciago 16 de junio de 1955, dieron la vuelta al mundo a través de postales. Hoy 25 de septiembre 2013 en este nuevo sacrilegio e intento de quema, esperamos verlo por TV, sino hay censura y protecciones indebidas.

Termina el autor del Romance, evocando a San Francisco, cuyo nombre ha tomado nuestro Papa, diciendo:

"Las llamas llorando azotan/ con sus voraces cadenas/ pero San Francisco las besa / Hay mis hermanas las

llamas/ os han tornado en hogueras”.

El incendio de las iglesias fue un hecho que más tarde se acalló, por lo aberrante y ofensivo o por que las personas creen que silenciando un hecho, cambian la historia.

(*) Miembro de Número de la Junta Eclesiástica Argentina.