Pasó la Etapa Argentina del Tour de Francia y como ocurre con cada acontecimiento deportivo, quedan los comentarios. Que esto estuvo bien, que aquello se puede mejorar, lo cierto es que la carrera nacida con el fin de promocionar turísticamente a la región cuyana, no sólo dejó imágenes espectaculares, sino que también guardará en las retinas de los aficionados y de los propios ciclistas instantáneas que marcarán a fuego su historia. Que por lo que parece tendrá reedición el año próximo.

Como se ha dicho en estas páginas durante el transcurso de la competencia, hubo dos carreras en una. La competitiva y la cicloturista. De esta última quedan muchas historias personales.
Mirando una y otra vez los millares de fotografías sacadas aparecen algunas que llaman más la atención que otras.
Se lo puede ver al Gobernador de la provincia disfrutando como lo hizo el resto de los sanjuaninos y en su particular espontaneidad alentar a cada uno de los ciclistas locales que conocía.
Muchas fueron las fotos de aficionados ubicados en la banquina que compartieron el entusiasmo y empujaron con su aliento a los pedaleros.

Cada uno hizo su carrera y la disfrutó a su modo. Podrá verse a un ciclista con una cámara adosada a su casco para filmar su viaje. O al matrimonio de Eduardo Rivas y Beatriz Lund, acostumbrados a salir a hacer largos recorridos en tándem abrigadísimos para evitar un inoportuno resfrío. El Tour pasó, pero sus recuerdos quedan.