Tres de los chicos, de 11, 9 y 5 años, estaban en el dormitorio cuando las chispas del cortocircuito del rancho se convirtieron en voraces llamas alrededor de las 23 del sábado. Los niños escaparon mientras que toda la cuadra quedaba a oscuras porque la falla eléctrica repercutía en un transformador de la calle Burgos en la Villa 26 de febrero, en Santa Lucía. Ahí, varios vecinos sumaron sus esfuerzos para rescatar algunos muebles de esas humildes familias (en el rancho habitan 6 mayores y 21 niños) e intentaron apagar el fuego, algo que consiguieron con el aporte clave de la firma Cattorini, pegada a la villa.

Con el agua evitaron que el siniestro se propagara al resto del rancho, pero igual el resultado fue muy dañino: dos cuchetas, una cama matrimonial, un televisor, un ropero, toda la ropa y hasta los documentos de una de las familias se perdieron, contó ayer Maira Gutiérrez (18), hija de la dueña de casa.