Científicos del Instituto Antártico Argentino hallaron los restos del “arqueoceto” más antiguo del mundo, considerado una ballena primitiva de unos 49 millones de años, en una expedición en la isla Marambio, cerca del mar de Weddell, al Noreste de la península.
El director del Instituto Antártico Argentino, Mariano Mémolli, precisó a DyN que el cetáceo “no sólo es el fósil más antiguo del mundo de ballena primitiva, sino también el primero localizado en la Antártida” y subrayó que el hallazgo “permitirá colocar a la ciencia argentina a la vanguardia internacional del estudio de la evolución”.
El descubrimiento fue realizado por los paleontólogos argentinos Claudia Tambussi (Conicet de La Plata) y Marcelo Reguero (Conicet, Instituto Antártico Argentino y Museo de La Plata), y los suecos Thomas Mörs y Jonas Hagström.
En un acto que tuvo lugar en la megamuestra Tecnópolis, en la localidad bonaerense de Villa Martelli, que encabezaron los ministros Lino Barañao, de Ciencia, y Héctor Timerman, de cancillería, los científicos destacaron que el hallazgo realizado en la campaña del verano, en febrero de este año, “es de suma importancia ya que representa el registro más primitivo del grupo que dio origen a las ballenas modernas y delfines”.
Reguero precisó a DyN que el cetáceo de casi 50 millones de años coexistió con los que suponen eran los originarios en la región indopaquistaní con formas cuadrúpedas y es el antecesor de las ballenas, orcas y delfines que pasaron a ser semiacuáticos”. El fósil data de la época en que la “Antártida estaba conectada con América del Sur”, continuó el científico platense, quien definió al cetáceo como una “ballena pelágica, es decir con una capacidad de natación que le permite recorrer grandes distancias por el mar”. Durante la misma campaña, en febrero, otro grupo de paleontólogos de vertebrados, que hizo trabajos de campo en Caleta Santa Marta, en la isla James Ross, logró extraer por primera vez en ese lugar restos de un dinosaurio sauropodomorfo que se caracterizaba por presentar un largo cuello y una pequeña cabeza. Pero el hallazgo más importante en relación con el cetáceo más antiguo del mundo fue una mandíbula con dientes multidenticulados del arqueoceto, que se hallaba enterrada. La mandíbula se encuentra en restauración final en los laboratorios del CENPAT, Puerto Madryn, donde realizan los estudios sistemáticos y comparativos de esta nueva forma. En este marco, Reguero dijo que el cetáceo que “poseía dientes, era completamente acuático y capaz de recorrer grandes distancias utilizando las corrientes submarinas”.
