Por estos días se hace notorio un aumento de la venta ambulante, tanto en el microcentro de nuestra ciudad capital como en cada una de las cabeceras departamentales. Se trata de un fenómeno que es habitual en esta época del año, por lo que se impone la necesidad de intensificar los controles para evitar una competencia desleal en desmedro del comercio legalmente establecido, que paga impuestos y hace grandes esfuerzos para sostenerse en períodos de ventas bajas.
Los productos que comercializan los vendedores ambulantes van desde prendas de vestir, lencería,
bisutería, juguetes y hasta alimentos y, en la mayoría de los casos las ventas se realizan en forma irregular, sin el otorgamiento de ticket o factura. La colocación de esa mercadería en las veredas, en algunos casos, frente a negocios de rubros similares, constituye una grave provocación, lo mismo que la venta ambulante en las inmediaciones de los centros comerciales.
Una situación como ésta, aunque más grave se está dando en otras capitales del país, especialmente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde los denominados "manteros” están reclamando en estos días que los autoricen a trabajar libremente, en clara oposición a las normas legales en vigencia que rigen la actividad comercial. Esta situación ha llegado a generar algunos enfrentamientos que amenazan con complicar el panorama para las fiestas.
En este marco de las ventas ambulantes, en nuestra provincia hay otra actividad comercial que preocupa por los efectos que puede tener consecuencias en la salud de la población. La venta en la vía pública de alimentos, que ha crecido considerablemente, requiere los más efectivos controles de higiene y bromatología para garantizar que lo que se está consumiendo cumple con las normas establecidas por Salud Pública y el Código Alimentario Argentino.
Sin tratarse específicamente de venta ambulante hay otra variante de comercialización que también está causando cierta preocupación en las cámaras de comercio. Se trata del aumento de vendedores particulares que utilizan las redes sociales como Facebook o aplicaciones como Whatsapp, para vender ilegalmente mercadería o productos variados.
Esta actividad es muy difícil de controlar, pero se deberá hacer un esfuerzo por determinarla, ya que cada vez está cobrando mayor relevancia en perjuicio de los comercios establecidos legalmente.
