Entre las arduas tareas administrativas que debió encarar el Gobierno nacional, a poco de asumir, fue la recuperación del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), un organismo político fundamental ya que nada puede hacer el Estado ni la actividad privada, y menos esperar inversiones, si no se dispone de las cifras reales y actualizadas de la situación del país.
Las estadísticas oficiales argentinas fueron tergiversadas, adulteradas u ocultadas a partir de 2007 para respaldar el relato del “modelo” nacional y popular pregonado por el kirchnerismo. Por eso, cuando asumió el actual director Jorge Todesca y conoció la situación del ente oficial, no dudó en manifestar que “el Indec es tierra arrasada”.
Y no cabe dudas de esa afirmación, si se recuerda que la intervención estuvo en manos del nefasto Guillermo Moreno y la llamada “patota” que lo secundaba y apartó a los calificados equipos técnicos.
Tras finalizar la gestión normalizadora, en septiembre pasado, lo más impactante, fue volver a revelar los datos de pobreza e indigencia, una información perturbadora durante la última década. El impacto del 32,2% de los argentinos en la pobreza y de ellos 6,3% indigentes, se debió a que los números primero se tergiversaron y finalmente se ocultaron.
Es así que la última medición de pobreza del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner fue del primer semestre de 2013, asegurando que había sólo 4,7% de pobres y 1,4% de indigentes. Ese dato lo llevó la expresidenta a la asamblea de la FAO sobre alimentación, con tal desparpajo que indicaba menos pobreza que en las naciones más desarrolladas.
Ante la presión periodística por respuestas ciertas, el entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, decidió dejar de informar estos índices de pobreza porque a su juicio no se debía “estigmatizar a los pobres”.
El Indec ha vuelto a ser creíble, su trabajo coincide con las principales consultoras privadas, refugiadas en el Congreso por la persecución de Moreno.
Ya, en pleno funcionamiento, de optimizar el período 2017/18, incluyendo estadísticas clave como la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares; un nuevo IPC nacional; el Censo Económico 2018; el Censo Agropecuario 2018-2019; y la preparación del Censo Nacional 2020 con estadísticas medioambientales.
