“Me conmovió mucho cuando Germán me llamó para hacer esta obra. No solo la conocía, sino que la tenía en mente porque me había encantado, me había gustado especialmente”, dice Inés Estévez acerca de “El hombre inesperado”, una pieza teatral donde comparte cartel con Germán Palacios, que en el marco de una gira nacional se verá en San Juan el próximo domingo (ver datos aparte).
De cara a esta nueva visita a la provincia, la consagrada actriz dialogó con DIARIO DE CUYO sobre la pieza de Yasmina Reza y el encanto que encierra y sobre la posibilidad de hacer teatro, un lenguaje que -más allá de extrañar la ficción en televisión, como reconoció- ama profundamente.
– ¿Cómo decidieron encarar esta obra?
– El Hombre Inesperado es una obra de Yasmina Reza, que podríamos decir que es la dramaturga contemporánea más celebrada mundialmente; y que se ha dado en todo el mundo. Yo, entre otras, tuve la oportunidad de verla en el 2008, protagonizada por Brandoni y Bettina Blum. Bueno, durante dos meses, una vez por semana, nos juntamos a ver la versión francesa, la inglesa, la española y la argentina, para aggiornar un poco el texto, obviamente respetando absolutamente todo, porque es como hablar de un clásico: no son textos que sean modificables. El resultado fue que durante esos dos meses nos fuimos aprendiendo el texto y cuando llegó el momento de llamar a un director, nos dimos cuenta que nadie más que nosotros iba a saber qué era lo que queríamos hacer. Llamar a un director para que haga lo que nos imaginábamos era volver loca a una persona, ¿no Y ahí fue que decidimos que preferíamos intentar dirigirla a nosotros. Es mi cuarta dirección y Germán ya había dirigido también la versión nueva de Art, de la misma autora. A partir de ahí nos lanzamos a la aventura.
– ¿Fue simple coordinar con dos directores?
– Coincidimos muchísimo en todo lo que tenía que ver con el concepto de la obra, la idea de puesta, los perfiles de los personajes. Fue como muy fácil, ¿viste? Y bueno, cuando quisimos acordar, la teníamos casi lista y surgió la posibilidad de hacerla en el Teatro Maipo, emblemático, donde seguimos hasta julio porque ya teníamos pautada gira. La idea era que este tren viajara y eso es lo que estamos haciendo.
– ¿Cómo ha sido la recepción en las distintas paradas de este tren?
– La verdad es que estamos muy conmovidos con la respuesta de la gente. Muy fascinados y muy orgullosos también del producto que estamos ofreciendo. Y lo digo así sin un ápice de modestia. Estoy muy contenta, muy conforme, no hay nada que hubiera hecho diferente. Tengo un compañerazo que es Germán, que nos llevamos maravillosamente y entendemos el material de la misma manera.
– Decís que la obra gusta especialmente ¿Por qué?
– La anécdota es muy simple: es un viaje en tren de un reconocido escritor que coincide en el mismo vagón con su más ardiente lectora, que lleva en su cartera su último libro. Desde el vamos, la gente se da cuenta que ella sabe todo de él, lo conoce más que él a sí mismo, a través de su obra. Los personajes son encantadores. Él es un amargo, es una persona que manifiesta un descontento muy vital; y ella es una entusiasta. Pero a medida que transcurre -no quiero ahondar mucho en lo que sucede- va tocando temas que son universales. Se habla de la finitud de la vida, de la soledad, del amor, de las búsquedas. Y lo más encantador de todo es que la autora la escribió cuando tenía 28 años y pintó de una manera muy clara el espíritu de dos personas de 60 y pico. Ella pudo plasmar el espíritu de dos personas que están en un momento de la vida en el que el sistema te dice “bueno, listo, ya está”; y en definitiva, estas dos personas tienen más ganas de vivir que dos adolescentes.

– Un viaje lleno de matices, de reflexiones ¿Como el viaje de la vida?
– Totalmente. El hombre inesperado plantea profundas reflexiones existenciales, pero también tiene muchísimo humor y tiene poesía, porque un encuentro de esta naturaleza no sería lo mismo en otro medio de locomoción que no fuera un tren.
– Hablar de un escritor y una admiradora inevitablemente remite a Misery, pero es otra historia…
– Claro, yo digo que es previo a aquel momento de la historia en el que la fama empezó a ser un valor en sí misma. Esto no tiene que ver con el fanático y un famoso. Esto tiene que ver con dos seres humanos que vibran del mismo modo y que se encuentran, aparentemente, de manera fortuita en un vagón de tren. Y da la casualidad de que uno de los personajes conoce profundamente al otro a través de su obra. Lo que plantea es lo que la vida te presenta y qué haces con eso que la vida te presenta. Creo que eso fue lo que más me conmovió.
– Tiene, entonces, varios puntos en los que el espectador puede verse reflejado…
– Exactamente, la gente se identifica muchísimo, no importa la edad, no importa el género. Y la verdad es que la gente sale muy conmovida, pero además se divierte mucho. La obra tiene como dos lecturas, el que quiere ir a divertirse, tiene con qué; y el que necesita reflexión y le gusta quedarse pensando, también. Creo que, en definitiva, esta obra es un espacio de resistencia en un momento de tanta velocidad, de celulares, de inmediatez, de chistes fáciles, porque propone todo lo contrario. Una gran pausa y una conexión no solamente con lo que se escucha, sino que yo creo que la gente se va escuchándose a sí misma también.
– ¿Creés que el teatro también es un lugar de resistencia frente a la ausencia de ficción, en la tele por ejemplo?
– Exacto. Yo siempre digo que el teatro es la madre. En el 2001, cuando todo estalló y el teatro comercial empezó a ser algo prohibitivo, porque no se podía pagar esa entrada, explotó el teatro independiente, que era un teatro más de trinchera y empezó a ser el teatro al que acudía el gran público. Y ahora que estamos con las plataformas y con esta conversión de códigos, que todo nos parece un poco raro a todos, y que además está tan castigado el aspecto artístico y cultural, la verdad es que yo siento que la gente va al teatro más que nunca.
– ¿Y extrañas la tele o estás bien así, sacándole el jugo al teatro?
– No, extraño. En realidad extraño no la tele en sí, sino el sistema de trabajo en donde llevabas adelante un personaje durante muchos meses. Ahora las miniseries se hacen en cuatro, en seis semanas y las películas también. Extraño aquella familia de ficción, aquel mundo en el cual uno se sumergía durante muchos meses… Las miniseries tienen lo suyo, pero también me gustaba esto de entrar en cualquier casa, sin que hubiera que pagar un abono para ver la serie que te gusta… Pero bueno, ha cambiado de manera global, digamos, como con la música, ¿no? Ahora estamos cuestionando las plataformas también… Creo que estamos en plena conversión y estamos viendo para dónde vamos, en todo sentido. La humanidad está en un punto bastante álgido y evaluando hacia dónde nos dirigimos. , es parte de una tendencia que no sabemos en qué va a derivar, nunca se sabe hacia dónde va a ir…
– Y en medio de todo eso, el teatro. Siempre el teatro…
– Sí, porque el teatro es la madre, es el origen. Entonces, la verdad es que no hay ninguna posibilidad de que muera. Creo que pase lo que pase, el teatro siempre va a existir.
Tomá nota:
- “El hombre inesperado”
- Teatro. Con Inés Estévez y Germán Palacios
- Domingo 5 de octubre, a las 20:00 h
- Sala Auditórium del Teatro del Bicentenario
- Entradas $35.000 con descuentos exclusivos del 15% para jubilados, Ticket Ya y Ticket Joven, disponibles solo en boletería del TB y con cupo limitado. También online en Tuentrada.com

