La defensa de la infancia ocupa un espacio importante en su vida. Tanto es así que fue el fundador y primer director de UNICEF en Argentina. Estuvo vinculado a esa institución desde 1978 hasta 1994. Vivió desgarradores momentos al ver niños y adolescentes mutilados y muertos en países de Asia y Africa. Se trata de Eduardo Bustelo, un docente universitario y escritor sanjuanino, cuyo libro "El recreo de la infancia" fue tomado como parte del fundamento y propuesta del V Congreso Mundial de Infancia y Adolescencia, que tendrá como sede San Juan, en octubre próximo. En exclusiva, para Revista ¡OH!, brinda conceptos sobre temas que afectan a los menores.

– ¿Cuál es su visión sobre la infancia?

-La infancia es una relación que tiene la generación adulta con respecto a los niños y al modo como se registra esa relación en la cultura. Este modo dice que el niño es un hombre pequeño y que el principal adjetivo que le cabe es el de menor. Atrás de esto hay una idea peyorativa que viene de la antigüedad, de que es una hoja en blanco que se le llena de contenido, un receptáculo, o la idea que los adultos tienen de un tutor, como el de un árbol y que de esa forma tiene que adaptarse a crecer de manera rígida. Frente a eso, otras ideas complementarias son aquellas de que el adulto tiene la autoridad y el niño sólo tiene que obedecer. Todas estas ideas que marcan una asimetría muy grande entre el adulto y el niño es la que prepondera en la cultura y es una idea muy predominante. El niño es tratado como un objeto, que no tiene derechos ni voz.

La idea de este libro (El recreo de la infancia), revisa estos conceptos. Si bien fue lanzado en el año 2007, ya se hizo la segunda edición. Su lanzamiento implicó una perspectiva de cambio en el sentido teórico y conceptual de la propuesta. Este libro ha sido objeto de tesis doctorales, de análisis detallados, sobre todo en el extranjero.

La idea de la infancia marca una relación asimétrica del adulto sobre el niño, que todavía no reconoce la actoralidad, la voz y derechos de los niños. Creo que debemos avanzar en una propuesta en donde los niños tengan una autonomía, que representen una diacronía con respecto a la generación precedente.

– ¿Cómo los cambios sociales de todo orden afectan a la infancia y adolescencia?

– La infancia está siendo afectada por todos los cambios que involucran a los adultos. Por ejemplo, en la actualidad, la función reproductiva de la mujer está más limitada. Esto es porque en la actualidad sale a trabajar, tiene su propio proyecto de vida, entonces le dedica menos tiempo a los hijos. La familia está presionada por las condiciones socioeconómicas. La escuela en su sentido tradicional tardó y tarda en evolucionar.

Hoy ingresamos a una cultura posconfigurativa, en la que los niños le enseñan a los adultos. Por ejemplo es imposible que los adultos tengan las mismas competencias para manejar una computadora. Los lenguajes, la rapidez, el espontaneismo de como el chico aprende rápidamente los métodos. Hay una dificultad con el programa Conectar Igualdad, en donde los niños saben manejar las computadoras y los maestros no. Entonces hemos llegado a un momento en que los niños promueven cambios, introducen nuevas palabras, modifican el lenguaje, nominan las cosas de manera diferente.

Muchas veces los adultos visualizamos estos hechos como una teoría degenerativa, como que todo va mal, que los niños ya no obedecen. Entonces, los adultos tenemos la responsabilidad de mantener nuevas formas de diálogo y entender sus perspectivas y palabras. Necesitamos un cambio para reposicionarnos ante estas nuevas emergencias. Por eso la infancia está relacionado a lo natal, al inicio de la vida.

– ¿Qué se debería hacer para disminuir el embarazo adolescente y la delincuencia juvenil?

– Es muy simple, es la educación sexual. Los chicos tienen racionalidad. Conocen sus fuerzas instintivas. Hay que informar. Los pibes no son tontos. El niño tiene una ventaja, ¿de quién aprende lo malo?, de los adultos. Entonces es difícil culpabiliazar a un pibe sobre estos situaciones. Este problema del embarazo precoz es un problema mundial. Creo que no hay otro camino que una buena educación e información. En cuanto a la delincuencia es una cuestión ambivalente. Los adultos pasamos de la idea del niño bueno, inocente, ángel, el que representa el futuro y de golpe decimos que es delincuente, que hay que ponerlo preso y bajar la edad de imputabilidad, demonizando a los pibes. Estamos mal, en una dualidad que no es así. No puede ser que estemos en esta histeria colectiva, buscando una teoría amarillista de la infancia.

– ¿Cómo define el libro "El recreo de la infancia"?

– Como lo dice el título del libro, hay que hacer una re- creación de la infancia, donde la cultura tan asimétrica pueda ser recompuesta en términos de respeto a los derechos de los niños y adolescentes.

– ¿ Qué lo llevó a escribir el libro?

Yo participé cuando se redactó la Convención Internacional de los Derechos del Niño, en Ginebra, Suiza, en 1988. Fue un avance. Es el tratado de derechos humanos más reconocidos en el mundo. Sólo hay dos países que no la han ratificado: Estados Unidos y Somalia. Por eso en México, durante una convención del Estado Mundial de la Infancia, me di cuenta y dije que luego de 20 años de haberse escrito no se avanzó en nada. Entonces dije que era necesario recrear la infancia y creamos un nuevo enfoque, una nueva relación en donde desde el punto de vista académico y de las personas que tuvieron su experiencia pudieran dar indicaciones y métodos para formular programas distintos. Ahí escribí un artículo sobre "la infancia y su indefención". De golpe me lo empezaron a pedir desde Latinoamérica para publicarlo en revistas dedicadas a la infancia. Por eso surgió la idea de escribir el libro.

– ¿Es sólo el capitalismo el que pretende el discplinamiento y el control de la vida mediante la infancia y adolescencia?

– Una de las debilidades de la Convención Internacional de los Derechos del Niño dice que todas las responsabilidades son para con el Estado, pero no hay responsabilidades para con el sector privado. En este está la industria de la alimentación, el vestuario, donde todo se impone. La participación de estas industrias es total.

La tecnología crea una diferenciación social inmediata también entre los pibes con la industria de los nuevos juguetes, muchos de ellos de alta violencia, donde matar es considerado como bueno.

– ¿Cuál es la solución o qué se debería hacer para contrarrestar esta situación?

– Los niños ven 28.000 horas de violencia al año, ya sea en televisión como en los juegos electrónicos. Los adultos debemos hacer un profundo examen. Qué se puede hacer. En la nueva ley audiovisual está contemplado. Se ha corregido algo del contenido en al menos tres programas muy conocidos a nivel nacional. Hay un largo camino por recorrer sobre esto.

– ¿Cómo ve el futuro de la infancia y adolescencia en Argentina?

– Lo veo con optimismo. Los adultos hemos sido formados bajo una idea en donde lo más importante es el final: la muerte, por eso nos definimos como mortales. La temporalidad está orientada hacia el fin. Lo que el libro propone es volver al inicio, al origen de la vida. A que el niño juegue. En vez de definirnos como hombres y mujeres mortales, nos definamos como natales. La infancia no es algo que hay que abandonar para hacerse adultos. Siempre hay infancia, cuando creamos, innovamos, que transporta la potencia de la vida, eso hay que ponderar.