El desmantelamiento de transformadores de energía eléctrica para robar el cobre, denunciado días pasados por viñateros del departamento 25 de Mayo, es la punta del iceberg respecto de la inseguridad se vive en la zona rural de San Juan.

Pequeños y grandes productores agrícolas se quejan por los robos y en ese sentido denuncian pérdidas de herramientas de trabajo, materiales específicos que se emplean en sus labranzas y dinero destinado al pago del personal. Se suman las dificultades para conseguir caseros y serenos y el peligro propio de exponerse a la presencia de verdaderas organizaciones delictivas, que actúan en esos lugares despoblados y sin vigilancia policial. Se calcula que por esta inseguridad, los productores de la provincia están distrayendo cuantiosos fondos en reponer elementos robados o contratar personal para cuidar las fincas.

Respecto al robo de materiales, los elementos que forman parte de los sistemas de riego por aspersión encabezan el listado. Sin ellos, es imposible completar el proceso productivo y por eso las pérdidas pueden ser cuantiosas.

En cuanto a los transformadores, se trata de una reparación costosa, que implica un tiempo considerable, durante el cual los cultivos se ven privados de contar con la energía eléctrica necesaria para las labores diarias.

Los hombres de campo afectados estiman que con un mínimo de vigilancia policial la situación puede cambiar, ya que lo que está ocurriendo es consecuencia de un marco de impunidad aprovechado por los delincuentes para moverse sin encontrar mínima resistencia.