Los manifestantes rusos debieron recurrir a la imaginación a la hora de denunciar el fraude presuntamente cometido por el Gobierno en las elecciones legislativas de diciembre. Ante el riesgo de ser reprimidos y detenidos por protestar, decidieron poner en la calle a los juguetes con pancartas que criticaban a Moscú.
Pero lo más curioso no fueron los protagonistas de la movilización sino que la Policía, indignada por no saber cómo actuar, solicitó a la Fiscalía que investigue si los dueños de los muñecos son responsables de algún delito relacionado con la organización de la marcha.
‘Alguien trajo estos muñecos y de esa forma se expresó‘, señaló el subjefe del cuerpo, Andrei Mulintsev, en declaraciones a la prensa rusa. ‘Hay algo de publicidad en esto‘, agregó y calificó a la manifestación como un ‘evento público no autorizado‘.
Los organizadores de las manifestaciones de juguete de Barnaul no sólo no tienen miedo, sino que dan gracias a los efectivos por la difusión que les dan a sus protestas.
