El ser humano resguarda lo que le es más privado tanto sea de su vida como de sus ideas y o de sus ideales y proyectos. Es como una norma de vida que impide la locuacidad en lo que realmente es propio, íntimo. La intimidad responde casi siempre a las intenciones resguardadas por el hombre como un trofeo de su aprendizaje sobre la vida, puede o no comunicarlas pero el eje de ellas (las intenciones) ocupan un lugar cerrado del si mismo.

Privado es exactamente lo más particular y personal de cada ser humano. Podría ser la conclusión de un diálogo silencioso con la conciencia, aquello que no tiene porqué hacerse público ni entre muchos ni entre pocos. Hoy esa postura está un poco vencida por la afluencia de los medios tecnológicos y por aquellos que hacen posible que todo se sepa y que no toman en cuenta si hace daño a alguien, como se puede verificar a diario.

Hoy lo raro es ver a una modelo cubierta o vestida clásicamente, sin que nadie repare en ello, porque lo excepcional ha pasado ser lo cotidiano y lo cotidiano o se estanca o se promueve hacia lo excepcional. De esta forma el primer ejemplo pertenece al cuerpo físico y luego le siguen lo emocional e intelectual. Ese "todo" que se promueve por los micrófonos echó sombras sobre la realidad imperante. Todos hablan de todo sobre un personaje conocido públicamente sin reparar en las consecuencias que pueden producir en lo privado. Hay una cierta indulgencia social para quienes así proceden porque no se mensuran daños de ninguna naturaleza.

Todo pasa por esa carrera mediática de decir más que nadie en torno de personas conocidas, sin interesar la repercusión en la familia o si se dañan socialmente a la persona sobre la que se habla.