En el ámbito económico mundial, se dice que Brasil es una aspiradora de capitales en América latina, ya que es el destino de cuantiosas radicaciones destinadas a la producción, gracias a las garantías que ofrece el país con reglas de juego claras y estables. En el extremo opuesto de las inversiones regionales, está Argentina cuyas incertidumbres frenan los proyectos de inversión, o se desvían hacia climas más favorables.

Durante el primer semestre de este año, Latinoamérica recibió inversiones productivas por 50.345 millones de dólares, una cifra que supera en un 16,4% a la registrada en la primera mitad de 2009. De ese monto nuestro país sólo obtuvo el 4,3%, unos U$S 2174 millones, según un informe de la Comisión Económica para América latina (Cepal), organismo de las Naciones Unidas. Son escasos 158 millones de dólares, respecto a igual período del año pasado y la sexta ubicación en un ránking liderado por Brasil, México y Chile, con flujos de radicaciones de U$S 17.130 millones; U$S 12.238 millones y U$S 8029 millones, respectivamente. Es decir, Brasil, México y Chile se quedaron con tres de cada cuatro dólares invertidos por las empresas trasnacionales. Hasta Uruguay radicó capitales externos por 784 millones, dando un salto cuantitativo gracias a las seguridades que ofrece a los capitales el gobierno de Mujica.

Para la Cepal las inversiones de las firmas transnacionales responden a parámetros de un horizonte a largo plazo de estabilidad y crecimiento económico, pero fundamentalmente de políticas que garanticen la seguridad jurídica. Por algo la Venezuela chavista está en el último puesto de la Cepal, con un saldo negativo en inversión extranjera.