Sin la repercusión política de otros anuncios trascendentes, propio de la veda preelectoral, la semana pasada el Gobierno nacional autorizó la puesta en marcha de un ambicioso programa para revertir la dependencia externa en la provisión de gas natural, con un enorme drenaje de divisas anual de 1650 millones de dólares, y principal motivo de las restricciones cambiarias.

Se trata de una inversión de 1200 millones de dólares para desarrollar el yacimiento "Vega Pléyade”, ubicado en la cuenca gasífera del mar austral, frente a Tierra del Fuego, que requerirá la instalación de una plataforma marítima y complejas instalaciones de última tecnología para extraer y transportar el fluido. Las tareas estarán a cargo de un consorcio formado por la francesa Total -junto a sus socios Pan American Energy (PAE, de la británica BP, la china Cnooc y Bridas, de los hermanos Bulgheroni) y la alemana Wintershall-, previendo la citada inversión en los próximos dos años.

Será un paso decisivo en las políticas orientadas a movilizar los recursos hidrocarburíferos existentes en la Argentina para recuperar el autoabastecimiento energético perdido en esta década. El objetivo inmediato es reemplazar importaciones futuras de combustibles, en este caso para disponer de alrededor de 7,5 millones de metros cúbicos de gas, que cubren las necesidades anuales de 2,5 millones de hogares.

Desde el punto de vista técnico el trabajo de extracción implica un despliegue titánico a partir de la instalación de una plataforma de producción en el inhóspito mar austral, aunque las petroleras involucradas tienen experiencia en esa clase de operativos de alta complejidad. Por ejemplo, el consorcio adjudicatario de la explotación, puso en marcha en 2005 el yacimiento "Carina”, a 77 kilómetros de la costa fueguina, que también incluye este nuevo proyecto con tres nuevos pozos.

La decisión empresaria de asumir el desafío con fondos propios y financiamiento externo tiene relación directa con los incentivos fiscales dictados a fines del año pasado, que destrabaron los escollos de los precios bajos del gas en nuestro país. Al abandonar los valores que llevaron al desinterés productivo y con el nuevo plan de incentivos que triplica el precio promedio que recibían las petroleras hasta 2012, la viabilidad de la cuenca austral surgió por si sola.