Dentro de los pensadores de la pedagogía latinoamericana, sin lugar a dudas alguien destacado fue Juana Paula Manso, que nació en Buenos Aires el 26 de junio de 1819. Su padre José María Manso, agrimensor español, participó de las batallas por la Revolución de 1810, luego fue partícipe del Gobierno Unitario de Bernardino Rivadavia, que impulsó la creación de la Sociedad de Beneficencia Educativa con el fin de fundar las escuelas de las Catalinas y de Montserrat. Esto les trajo muchos problemas porque en 1839, Juana Manso, con 20 años, debió emigrar a Montevideo, dadas las persecuciones que su familia del gobierno de Rosas.

En 1841 creó en su casa El Ateneo de Señoritas en Montevideo, allí enseñaba a las jóvenes y señoras de elite aritmética, lectura, labores, el cuidado de los modales, lecciones de moral, gramática, francés, piano, canto y dibujo. En 1842 Manuel Oribe sitia Montevideo y toda la familia Manso tuvo que exiliarse nuevamente, esta vez en Brasil. Allí publica historias y tratados filosóficos, pero la difícil situación económica hizo que en 1843 regresaran a Montevideo, pues es nombrada directora de una escuela de niñas. Publica las poesías "Una tumba” y "Una lágrima para ella” en El Nacional y un Manual para la educación de niñas. En 1844 contrae matrimonio con Francisco de Saá Noronha, un violinista apenas discreto que la hizo incursionar por giras en Estados Unidos, Cuba y Brasil. Con él tiene dos hijas. En 1850 apareció "Los Misterios del Plata”. En 1853, se dedicó al periodismo. En 1854 publicó el "Álbum de Señoritas” (Periódico de Literatura, Modas, Bellas Artes y Teatros feminista, educativo y anticlerical, sin demasiado éxito.). En 1859, el escritor José Mármol la presentaría a Domingo F. Sarmiento, quien la promueve a directora de la Escuela Normal Mixta Nº1, en el barrio de Monserrat y se hace cargo de los Anales de la Educación Común, órgano creado por Sarmiento para difundir su política educativa y cultural.

En 1862 escribió un manual de Historia y en 1864 en la sección "Mujeres Ilustres de la América del Sur”, rescatando la vida de mujeres que lucharon por la independencia como la Alférez Manuela Pedraza, la Teniente Coronel Juana Azurduy y Encarnación Sanguinet de Varela. También escribió el drama teatral "La Revolución de Mayo de 1810”, y el relato "Margarita”, en donde refleja la hipocresía de las relaciones de pareja en el siglo XIX. En las novelas históricas que escribió denunciaba la situación de los más postergados de la época, la infancia y las mujeres: "Quiero probar que la inteligencia de la mujer, lejos de ser un absurdo o un defecto, un crimen o un desatino, es su mejor adorno, es la verdadera fuente de su virtud y de la felicidad doméstica. La sociedad es el hombre: él solo ha escrito las leyes de los pueblos, sus códigos; por consiguiente, ha reservado toda la supremacía para sí; el círculo que traza en derredor de la mujer es estrecho inultrapasable (sic), lo que en ella clasifica de crimen, en él lo atribuye a la debilidad humana; de manera que, aislada la mujer en medio de su propia familia, de aquella de que dios la hizo parte integrante, segregada de todas las cuestiones vitales de la humanidad por considerarse la fracción más débil, son con todo obligadas a ser ellas las fuertes y ellos en punto a tentaciones, son la fragilidad individualizada en el hombre”. En 1865 escribe "La escuela de Flores” en el que critica a los gobiernos latinoamericanos por no destinar los fondos suficientes a la educación. Con Sarmiento como interventor en San Juan, debió combatir sola, desde los Anales, contra los prejuicios de la época, para sostener la idea de la educación mixta, tarea que se hizo más difícil cuando se convirtió al anglicanismo. La escuela mixta fracasaba y ella, ya considerada "la loca”, presentaba su renuncia. Con Sarmiento ya como presidente, a quien admiraba, fundó 34 escuelas con bibliotecas públicas. Junto a esto introdujo el inglés, las planillas por asistencia, la realización de concursos para los puestos directivos, promovió un proyecto de profesionalización docente en la legislatura de Buenos Aires. En 1869 fue la primera mujer vocal del Departamento de Escuelas. En 1871 (presidencia de Nicolás Avellaneda), fue incorporada a la Comisión Nacional de Escuelas.

En 1875, a los 55 años de edad falleció. Promovió un modelo educativo integral asociado a la libertad y a la igualdad como motores de desarrollo social. Ella proclamó que la desigualdad se remediaba con educación para todos. Criticó a los gobiernos por no invertir en educación -para poder dominar mejor a las masas-, y reclamó derechos para la mujer y los niños. También exigió libertad religiosa, igualdad de sexos, matrimonio civil y protección para los pueblos originarios. Y decir esto, a través del periódico, la tribuna, el libro y la escuela fue demasiado fuerte para la época. Juana Manso, fue la primera precursora de la pedagogía científica y social, al lado, y con igual relieve, de Sarmiento, Avellaneda y los grandes educadores de la segunda mitad del siglo XIX.