Se juntaron aprovechando la celebración del Bicentenario patrio pero también, que próximamente la familia cumplirá cien años de su llegada a San Juan. Salvador Capra llegó justo en 1910 y al poco tiempo se naturalizó argentino. Abrió una sastrería en las calles Mitre y Mendoza y años después, contrajo matrimonio con Anita Deiana, hija de italianos y oriundos de Cerdeña igual que él. Tuvieron once hijos: Aldo, Marcelo, Salvador, Bernardino, Juana Anita, Marcelo Segundo, Ana María, Alfredo, Yolanda, Francisco y Mario. Entre todos se encargaron de brindarles veinticinco nietos.
Tiempo después el matrimonio se radicó en la provincia de Jujuy y en las Sierras de Zapla, Salvador con un socio, descubrieron las primeras vetas de hierro. Ante la dificultad que entrañaba la explotación de acuerdo con la legislación vigente, tenían dos opciones: vender el derecho en el exterior o donarlas para el país; lo que hicieron entregándolas a Fabricaciones Militares, con la consigna de favorecer la soberanía nacional. La mina generó la ciudad de Palpalá, con cientos de familias que comenzaron a vivir de la explotación. Hoy, en el cruce de dos calles de su entrada, figuran los nombres de los generosos italianos cuya motivación fue agradecer al país haberles permitido criar y educar a sus familias en la nueva patria. Retornaron a San Juan y sus hijos, ya adultos, crearon nuevas fuentes de trabajo dedicados al comercio, a la jefatura de Contaduría del Correo y a la docencia. Casi cien años motivaron un encuentro de primos en el quincho familiar, almuerzo mediante, organizado por Mario Capra y esposa, Hilda Pérez con sus hijos, Marcos, Diego y Lucas.
