Dicen que todo depende de dónde se lo mire. En este caso, la diferencia está en si se lo ve desde arriba o desde abajo. Quienes vuelan dando giros, con el avión panza arriba, cayendo de punta o rozando la tierra aseguran que esa actividad no tiene más riesgos que andar en auto.
Sin embargo, quienes los ven desde la tierra terminan con la piel de gallina y sus familiares tienen miedo en cada presentación. Así se viven los shows de acrobacias aéreas que, desde ayer por la tarde y durante todo el día de hoy generan emoción y adrenalina en el público, en el Aeródromo de San Juan, en Pocito.
Los 4 pilotos que conforman Hangar del Cielo, la única escuadrilla acrobática de Sudamérica, dicen que ofrecer shows al público es su hobby. Son César Falistocco (director del grupo), Dino Moline, Ernesto Acerbo y Antonio Falistocco (hijo de César). Ya sea por sus padres o porque les gustaban los aviones, todos se relacionaron con la aviación desde chicos. Y después de conocer los aviones Rans, especiales para la acrobracia, le agarraron el gusto a las piruetas hasta transformarse en expertos.
‘Dicen que lo que hacemos es peligroso, pero no es así. Si uno anda por la calle en un auto no sólo depende de su habilidad y de las precauciones que tome, sino también de cómo circulan los que tiene a su alrededor. En este caso todo depende sólo del desempeño personal y de mantener en condiciones la avioneta. La acrobacia asusta sólo porque es poco común‘, afirmó César. Los pilotos que lo acompañan tienen una teoría similar. ‘Hacer acrobacia aérea es como hacer willy en una moto. Uno puede andar derecho en la moto y también puede arriesgarse un poco más. Si se toman las precauciones necesarias no hay peligro‘, dijo Antonio.
A pesar de eso, los pilotos coincidieron en que su familia tiene miedo cada vez que hacen una presentación. ‘La madre de él vive nerviosa. Su hijo y su esposo hacen lo mismo‘, dijo Dino señalando a Antonio.
Además, confesaron que antes de empezar el show tienen en cuenta cada detalle para no tener inconvenientes. Pero, a su vez, evitan pensar en las posibles consecuencias. De hecho, cuando alguien les pregunta si han tenido accidentes responden con evasivas. Es el caso de Dino, que en 2010 se salvó gracias a su paracaídas. ‘Haber perdido un ala fue parte del show. Salió caro, pero lo hicimos para mostrar el paracaídas‘, comentó entre risas.
Además de disfrutar cada movimiento arriesgado, como volar a escasos metros del suelo o muy cerca unos de otros, los acróbatas del aire logran que el público viva con ellos la experiencia. Para eso, vuelan siguiendo el ritmo de la música que sale por parlantes ubicados al lado de los espectadores.
Además, César se comunica con la gente desde el cielo. ‘La idea del show fue mía. La intención es que la gente sienta que está volando con nosotros‘, comentó el director de la escuadrilla, antes de iniciar el espectáculo.
