La idea de ampliar la superficie parquizada de nuestro principal espacio verde, el Parque de Mayo, es sensata porque obedece a la necesidad creciente de contar con un pulmón céntrico para recreación y esparcimiento de una población creciente, y también como reparación histórica por las mutilaciones del predio.

El achicamiento del parque, durante más de un siglo, ha sido por despojos demagógicos de distintos gobiernos que -como en muchas cosas- confundieron el papel de administrador de la cosa pública, con el de ser dueños de los bienes del Estado. Bastaba con tener diputados jenuflexos y disciplinados, para legislar cualquier enagenación de las propiedades que son de todos.

Por eso la ley de expropiación de los terrenos para ejecutar la obra del Parque de Mayo, sancionada el 17 de mayo de 1910, para conmemorar el Centenario de la Revolución de Mayo, señala una superficie de 17 hectáreas, de las cuales hoy no llegan a 10, aproximadamente. Con el paso del tiempo el principal espacio verde de la ciudad fue botín político para donar terrenos a clubes cercanos al poder. En 1951 se le otorgaron al Club Inca Huasi 1.707,90 metros cuadrados y al año siguiente fue el San Juan Lawn Tennis Club el beneficiado con 6.598 metros cuadrados. Para ese entonces el parque había resignado otro terreno, donde se construyó el estadio abierto, inaugurado el 9 de julio de 1928 y en la década del "60 volvió a achicarse con la obra del Aldo Cantoni.

Los despojos continuaron con la construcción de un hotel de turismo que terminó ocupando la Legislatura Provincial, el Casino, devenido en el actual Museo Franklin Rawson. Otra cesión de terreno de 899,28 metros cuadrados fue primero a la Dirección Provincial de Vialidad y después transferido a la actual Facultad de Ingeniería de la UNSJ, sin dejar de señalar que hasta un particular levantó una confitería y una buena porción lo usufructúan los artesanos, desvirtuando el sentido de lugar de esparcimiento.

Ante esta historia de despropósitos políticos y hechos consumados, diferentes sectores solicitaron la extensión del Parque de Mayo hacia el norte, pero se impusieron los proyectos del Ferrourbanístico, el Centro de Convenciones y el Predio Ferial.

Por eso la demolición del estadio abierto será una pequeña reivindicación para el deteriorado pulmón urbano.