La última carta que Ofelia de Ahumada recibió de su hijo de 18 años tenía esta frase: "Está todo bien, solamente hace mucho frío. Pero ni el frío ni el inglés nos van a hacer retroceder". Días después, el muchacho moría en medio del Océano Atlántico y su cuerpo quedaba sepultado a 3.000 metros de profundidad. Era Julio César Ahumada, uno de los 22 sanjuaninos fallecidos en el Crucero General Belgrano, durante la Guerra de Malvinas, el 2 de abril de 1982. Con él había muerto también su primo hermano, Hugo Dardo Ahumada. Y ayer Ofelia protagonizó una reivindicación de la memoria: el gobernador Gioja le entregó una bandera argentina y medallas de honor en representación de su hijo y su sobrino. "La gente no siempre se acuerda de los caídos en la guerra -dijo luego la mujer entre lágrimas-. Es lindo que alguien haga un reconocimiento cuando no hay un aniversario".
Ofelia fue la primera familiar de un caído en la guerra del Atlántico Sur en ser llamada desde el micrófono para recibir ayer la bandera, en homenaje a su hijo y su sobrino (éste, al momento de fallecer, tenía sólo 19 años). Lo hizo con los labios ya temblándole. Y cuando volvía a ocupar su lugar en la plaza seca del Centro Cívico, ya no pudo evitar quebrarse en llanto.
"Es la segunda bandera que me dan en reconocimiento a mi hijo -contó la mujer-. A la primera me la mandaron de Buenos Aires, desde la Armada, y tenía el nombre de Julio César".
El muchacho había entrado a la escuela de la Marina tentado, justamente, por su primo Hugo, que venía de un intento fallido de ingreso. Probaron suerte juntos y lo lograron. Ya llevaban casi dos años de carrera militar y acumulaban experiencias distintas. Por ejemplo, al momento de ser hundido el Belgrano por torpedos británicos, Julio conocía el buque como la palma de su mano. Pero Hugo recién estaba en su segundo viaje a bordo de esa embarcación.
"Julio siempre me quería tranquilizar", contó ayer Ofelia mientras volvían a caerle las lágrimas. "Me emociono mucho cada vez que hablo de él. Y recibir estas medallas ahora es todo un orgullo para mí, significa que el país no se olvida de los muchachos".
Lo que sucedió aquel 2 de abril es historia conocida. El Belgrano se hallaba fuera de la zona de combate, sin embargo recibió dos disparos de torpedo desde el submarino inglés Conqueror, con sólo 30 segundos de diferencia entre ellos. Sobrevino entonces un caos de fuego en todas partes, gente quemándose y el barco hundiéndose. El capitán organizó una evacuación lo más rápido posible, pero nada pudo evitar que, de las 1.093 personas a bordo, ese día murieran 323, calcinados o ahogados. Y entre ellos, 22 sanjuaninos, que quedaron sepultados para siempre en el fondo del océano.
