La popular frase del Bambino Veira encaja justo en este equipo de Maradona. El Diego ya la tenía antes de empezar el Mundial. Si hasta él mismo lo dijo después de ganarle aquel amistoso previo a Alemania. El técnico cumplió y encaró los dos primeros partidos en Sudáfrica 2010 con los hombres en los que confió desde el vamos. La estrategia le salió bien pero ahora se le presenta un caso atípico para el choque ante Grecia. Con la clasificación casí abrochada y justo frente el equipo en apariencia más débil del grupo le aparece la misma tentación que a Eva con la manzana. Un partido para hacer descansar a los que más se esfuerzan, parar a los que están en capilla con tarjetas amarillas y probar variantes.

Creo que no es lo aconsejable. Que sólo tiene que hacer los cambios forzados. Clemente Rodríguez por el suspendido Jonás Gutiérrez y Sebastián Verón por Javier Mascherano. El segundo porque es vital que el capitán esté sí o sí en octavos de final. Y el otro es uno casi descontado: Burdisso por el lesionado Samuel. Cada uno respetando la posición en cancha del que sale. Nada más. Sin otro secreto.

El resto, para mí, tiene que ser intocable. Porque el equipo ya asumió su identidad de favorito y ese convencimiento tiene que afirmarse con los minutos de juego en cancha. Entonces tienen que estar Messi, Higuaín, Tevez, etc, etc. Los cambios grandes se hacen cuando las estrategias no funcionan. Y este no es el caso.