La historia de la capilla de Santa Rita no está en los libros de la sacristía. Con letras manuscritas dibujadas con lapicera azul, los registros del templo en La Falda, Jáchal, están en las actas de la Escuela José Mármol, ubicada justo frente al templo, por lo que ambas son instituciones claves en este poblado jachallero de 58 familias. Lo que hace particular a este templo es su diseño en forma de caracol, que envuelven el avance de los peregrinos con sus paredes y que lo depositan en el centro de la capilla, un pequeño reducto de no más de 5×4 metros.

El promotor de la capilla de Santa Rita fue el sacerdote Alejandro Farías, quien a mediados de los ’70 pedía los patios de la escuela para poder celebrar misa, puesto que en el lugar no había ningún oratorio. A fines de esa década y como pasó en otros templos, los vecinos decidieron organizarse para construir su templo y dejar de depender de la escuela. Juntaron los fondos y una vez que estuvieron en condiciones de empezar la obra, decidieron inspirarse en parte del diseño de la capilla de la Patroncita, en Valle Fértil, para erigir su templo. Y es que el sacerdote Farías había sido antes el promotor del templo vallisto, cuyo diseño es de líneas circulares, y trajo la idea a La Falda.

Aún cuando a la construcción le faltaban varias etapas, el 22 de mayo de 1983 fue entronizada la imagen de Santa Rita, a la que asistió incluso monseñor Ítalo Severino Di Stéfano. "Se entronizó a Santa Rita porque ninguna parroquia, capilla o gruta de Jáchal tenía a esta Santa, según contaron los vecinos que participaron en la construcción. Santa Rita es una parte fundamental de La Falda, un lugar de encuentro", agregó Alicia Rojas, directora de la escuela y referente cultural del distrito.

La capilla, hecha de blocks, avanzó a paso lento y de hecho recién fue terminada en los ’90. Impecable, con pisos de piedras del lugar y un paisaje de cerros verdes en el fondo, Santa Rita es punto de visita de turistas y sitio de promesas para los jachalleros, que agradecen haciendo largas caminatas hasta La Falda, a modo de sacrificio.

A La Falda la conforman 58 familias y el pueblo discurre a ambos lados de la ruta que lleva al dique Los Cauquenes. El salón de La Faldeñita es punto de visita de los turistas que buscan tortitas jachalleras y masas artesanales y está a pocos metros de El Escudo, construido en cerro y un atractivo turístico.