Desde hace dos años, la casa 9 de la Manzana F del barrio Guayaguas en Caucete, dejó de ser una modesta vivienda de villas erradicadas. Desde entonces se transformó en escuela del barrio, donde los chicos reciben clases gratuitas de apoyo escolar. Esto es porque la familia Zapata presta la casa y porque una maestra de la zona ayuda a los niños sin cobrar un solo peso. Al lugar concurren más de 90 chicos.

Por ‘cosas de la vida‘, Sonia Reinoso dejó de ejercer la docencia. Pero, no el arte de enseñar. Al ver que muchos chicos del barrio tenían problemas con el estudio, decidió darles clases extraescolares gratis en un taller comunitario del barrio. Pero, el lugar dejó de funcionar y la maestra tuvo que buscar uno nuevo para continuar enseñando. La búsqueda duró menos de los esperado. El matrimonio Zapata le ofreció su casa para el dictado de clases. ‘Mi hija mayor tenía problemas con los estudios y gracias a la ayuda de esta maestra pudo pasar de grado. Por eso quisimos ayudarla con este proyecto tan noble‘, sostuvo Carolina, la dueña de casa.

Al comienzo, sólo los chicos del barrio Guayaguas tomaban las clases de apoyo en la casa de la familia Zapata. Actualmente son 95, provenientes de diferentes zonas aledañas. Esto motivó que las clases se dividieran por días y por edad, ya que la cocina-comedor de la vivienda resultó chica para tanta cantidad de alumnos. ‘No sólo le enseño a los chicos que tienen problemas con algunos contenidos, sino también a quienes van a empezar una nueva etapa escolar para que puedan superar el traspaso. A los niños de 4 años les enseño a tomar los lápices, a conocer los colores y a hacer las primeras letras para que no vayan tan descolgados al jardín. Y a los que terminan la primaria les doy un pantallazo de todas las materias que tendrán en el primer año del secundario‘, contó la maestra.

Además, de los temas incluidos en la currícula escolar, Sonia también les enseña valores, normas de higiene personal e inglés a los chicos que ni siquiera deben gastar en útiles. Trabajan con los cuadernos y lápices que Sonia consigue todos los meses en el Ministerio de Desarrollo Humano. También, con las revistas y demás materiales que los propios vecinos donan para que pueda seguir funcionando este centro educativo de barrio.