Si hay algo que hacen bien los europeos, y en especial los franceses, es manejar. Tienen bien asimiladas todas las normativas viales y son completamente obedientes de cada una de las normas. Cuentan ellos mismos que ya casi desde una década atrás todo cambió en este aspecto.
Es que debido al alto número de accidentes viales, decidieron cambiar las reglas. Entonces, con penalidades extremas, todo se fue solucionando. Alguien quien comete una infracción de tránsito debe entregar su carnet por dos años y no puede volver a conducir hasta que haga un nuevo curso, que inclusive cuesta dos mil euros o más.
Ordenados en ese ítem, procedieron a buscar una mejor manera para facilitar el tránsito. Y ahí es donde aparecieron las rotondas. En cada uno de los cruces peligrosos hay una de ellas, lo que obliga a quienes vienen a alta velocidad a disminuirla. Lógicamente quien está en la rotonda tiene la prioridad. Y la respetan por completo. Es más, acá no se sienten bocinazos. Y, en todas las rutas está bien señalizada la velocidad máxima. Como hay radares cada mil metros, se hace imposible no respetar las normativas.
El parque automotor es increíblemente moderno. No se ven autos viejos. Todos son modernos y, muchos, de alta gama. La Rouche-sur-Yon es una ciudad de nivel elevado.
Pero toda Francia se mueve en condiciones similares. Las rutas están, en todos los casos, cuidadas al máximo. Con un pavimento espectacular y las líneas bien marcadas. Es más, por la noche, tanto las líneas como los lugares vitales tienen como una especie de “ojos de gato” que sirven para guiar a quien va manejando. Un combo de categoría para quienes se mueven en auto no tengan problemas. Eso sí, deben ser respetuosos porque de otra manera no entran en el sistema.
