En el mes de julio de 1964, hizo su sonora aparición la "’Corneta de papel”, una hoja literaria dirigida por Alfredo Pastor, un poeta digno de ubicarse entre los autores mayores de la literatura sanjuanina.

Se trataba de un pliego color verde claro, ilustrado por Mario Vinzio, con trabajos de 7 autores porque ese era su objetivo fundamental y lo explica en la tapa: "’Al ver la luz esta hoja de poesía no hacemos otra cosa que justificar una labor de canto que se hace en San Juan y que no se escucha”, y además porque "’creemos en la poesía”.

Ambicioso proyecto el de Pastor, pero que lamentablemente corrió la misma suerte de la inmensa mayoría de estas expresiones, iniciadas generalmente por gente joven, lo cual es más valioso, al demostrarse que no falta alguien -uno o un grupo- que toma la posta para que la poesía no cese.

La Corneta de Papel sucedió a la sobria revista "’Utopía” y alcanzo bastante popularidad. Es que Pastor era un "’buceador” según lo define Rufino Martínez, aunque para ubicarlo geográficamente diría que fue un "’pirquinero” en la inagotable búsqueda que asumió de nuevas vetas literarias. Se sentía feliz en compartir momentos con jóvenes autores a los que alentaba en las páginas de la corneta como bien lo ilustra Vinzio. Ellos a cambio, entregaban sus mensajes de vida, de amor y de esperanzas siempre necesarios.

Ese primer pliego de papel escrito que reunió a José Campus, Jorge Leónidas Escudero, Rogelio Pérez Olivera, Guido Iribarren, Hilda Urbieta, Elsa Caballero Villalba y quien escribe esta nota, se extendió oralmente mediante los locros culturales que se realizaban en el sótano del comedor "’La Querencia”, en calle Mendoza al 25 Sur. Allí recalaban periodistas, poetas, pintores, recitadores, actores y folcloristas que dejaban sus pensamientos en las paredes.

Pastor nos fue encontrando a través de nuestras publicaciones, a Iribarren, Temiño, Urbieta y a mí. A ese grupo se sumó luego otro maestro, José Campus. Precisamente Campus antes de su muerte estaba diagramando la revisión del libro insignia de Pastor: "’Se alquila este corazón”, al que le incluyó nuevos escritos, algo muy difícil de reunir porque Pastor era un "’juglar” que llegaba en las noches a la mesa de café y nos recitaba unas estrofas de su reciente creación, pero no quedaban escritas.

Para quienes no lo recuerdan, dice María del Carmen Reverendo en una nota publicada en DIARIO DE CUYO el 15/06/2011, Alfredo Pastor "’era un diletante de la poesía. Vivía para ella”. Y agrega que, sin embargo, "’no tiene un busto en el Jardín de los Poetas”.

Muchas horas pasamos con Pastor en fraternal intercambio de poemas y de lecturas y siempre repetía "’Carlos pongo mis manos en oración de pan”. No dejaré de agradecerle que haya incluido mi nombre y algunos trabajos junto a poetas consagrados, en una antología que editó la municipalidad de la Capital titulada: "’Aproximación a la poesía de Martínez, Escudero, Campus y Quinteros”.

Igualmente guardo con todo cariño en un lugar destacado de mi biblioteca una dedicatoria que me escribió en la primavera de 1966, en un libro de Oliverio Girondo y que resume nuestra razón de ser poeta, nuestro invariable compromiso con el tiempo que nos toca vivir en una sociedad que pareciera querer alejarse del abrazo de la poesía; que llama a no huir del prójimo y que convoca al encuentro de la paz y del amor en la humanidad. Dice así: "’A Carlos Quinteros amigo, compañero de la noche y de los versos. Que sueña como yo en un mañana mejor para todos los hombres del mundo. En el camino del sueño en San Juan, con la realidad por delante…”.

(*) Periodista.