La crueldad de una goleada en contra no admite demasiadas explicaciones, además si enfrente está el puntero y de plus se le agrega que todos los errores que se pueden cometer, se cometen en el mismo partido. Mucho de eso le pasó a un desconcertado Sportivo Desamparados que fue presa demasiado fácil para la voracidad del líder, Instituto de Córdoba, que no le perdonó nada y lo castigó con la crudeza que marca la realidad de uno y otro en las posiciones. Fue 1-4 con paliza incluida para el equipo sanjuanino que regaló todo lo que podía pelear en los primeros 20’ de partido. En ese lapso, hizo todo mal. En defensa, en el medio y en el ataque. En todas las líneas. Fue suicida en todos sus movimientos y el estelar Paulo Dybala no se lo dejó pasar. Al minuto, los volantes de Sportivo dejaron dar vuelta al cerebro de Instituto, Encina, y las consecuencias fueron nefastas. Giró el Sapito, metió el pase entre los dos centrales y Dybala voló para abrir el marcador. Iban 60 segundos y fue el principio del fin. Porque Desamparados se desorientó mal. Se perdió y en ese descontrol volvió a regalar otro gol y a los 7’, Dybala se paseó en el área, esperó, tocó atrás, buscó la devolución y definió ante el estatismo de todos en Sportivo. Era el 2-0 y se moría el partido para Desamparados.
No hubo reacción. No hubo respuestas ni individuales, ni colectivas. Era esperar nada más que Instituto se decidiera a sentenciar su paso por San Juan y a los 25’ Dybala estampó su trilogía goleadora para terminar el partido y poner a La Gloria en la gloria. Lo que quedó de primer tiempo sirvió para desnudar todas las limitaciones de Sportivo Desamparados. Como para marcar bien claramente por qué Instituto pelea el ascenso y Desamparados lucha por la permanencia. Así se vio el partido. Esas fueron las diferencias.
En la segunda parte, Dillon intentó rearmarse en la desgracia. Cambió el modelo, pasó a jugar con enganche y jugó los primeros 15’ del complemento al todo o nada. En ese lapso tuvo dos chances claras de descuento con Parisi como protagonista pero Desamparados no tiene gol y ante Instituto, no fue otra la historia. Y claro, yendo al frente corrió los riesgos lógicos de pararse así ante un equipo afilado y veloz. Y a los 15’ se terminó toda esperanza en Sportivo cuando Encina metió un pelotazo de 45 metros que Rosales vio pasar solamente y lo que vino fue el centro de López Macri para que definiera de cabeza Diego Lagos. Ahí se terminó el partido y también la paciencia de la gente de Desamparados. Hubo un corte de casi 10 minutos con algunos incidentes y muchos reproches. Cuando volvió el juego, Sportivo fue por ir nomás hacia adelante y tuvo premio consuelo en el penal a Fontana que Lamberti cambió por gol. Instituto manda y es por algo. Desamparados sufre y también es por algo. Una lección de realidad, cuajada en la crudeza de una goleada que tendrá su impacto.
Es el momento más duro de Sportivo en la temporada. Un trance caliente que exige la frialdad de las mejores decisiones. Hubo fallas colectivas e individuales. Errores groseros, un vacío temperamental que preocupa y lo peor de todo, una imagen de equipo sin respuestas. Instituto fue cruel. De la mano de los goles de Dybala, puso en carne viva la fragilidad de un Desamparados que no encuentra el paso para sostenerse en la B Nacional. Una postal que tiene a su gente en un momento más que duro.
