No le gusta que lo tomen de ejemplo por hacer lo que hace, pero es inevitable. Por más que reniegue, Julián Suraci (28) tiene algo que genera admiración entre quienes lo conocen o escuchan. Es un joven sanjuanino como cualquier otro, estudiante, lleno de amigos, divertido, salidor, fanático del deporte, le gusta andar en auto, comer asados y, de vez en cuando, hacer alguna locura como esquiar. Pero Julián hace todo eso sobre una silla de ruedas. Hace siete años sufrió un gravísimo accidente en Talacasto que lo dejó cuadripléjico (la lesión medular afectó la movilidad de brazos y piernas). Tras tremendas cirugías, agotadoras sesiones de rehabilitación, admirable fortaleza mental y unas ganas desesperadas por llevar una vida plena pese a la inmovilidad en casi toda su humanidad, Julián hizo click y entendió que podía ayudar a los demás contando su vida. Y hoy, a las 20.30, el joven dará una charla sobre cómo seguir adelante a pesar de las adversidades. Será en el Teatro Municipal, frente a la Plaza 25 de Mayo, con entrada libre y gratuita.

“Lo de charlas empezó en 2013, cuando de no querer ni hablar con el psicólogo un día hice un click. Empecé en escuelas y empresas y llegué a estar en la Cámara de Diputados de Mendoza. Pero una así, en un teatro, abierta a todo público, es la primera vez. La organicé yo; y unos amigos me dieron una mano. Surgió porque sentí que estaba listo para hacerlo. No voy a dar consejos ni fórmulas sobre cómo superar pruebas, sino que voy a hablar desde mi punto de vista y de cómo seguí adelante tras el accidente. Y creo que eso sí puede servir para generar un cambio en las personas, para valorar la vida”, señaló Julián, quien estudia Contador Público.

El accidente, el momento en que su vida dio un giro de 180 grados, fue en enero de 2008. Estaba de vacaciones en Chile pero decidió volver antes porque tenía que estudiar. En Talacasto se les apareció un auto de frente y el conductor del vehículo en el que iba maniobró para no chocar de frente, pero cayó al barranco. “Me estaban sacando del auto y lo único que preguntaba era si movía las piernas. Alguien me dijo que no y fue inmediato: mi cabeza hizo un click y entendí que no iba a caminar más. Me rompí la columna, entre las vértebras 5 y 6. Eso apenas me dejó movilidad en los brazos. Pero una vez que salvé mi vida y me hicieron cuatro operaciones en la columna, hice rehabilitación 7 horas por día durante un año; luego, tres horas por día los cinco años siguientes y ahora hago dos horas. Es la manera para lograr independencia”, contó.

En la casa de Julián tuvieron que hacer rampas, adaptaron muebles y le construyeron un baño. Pero su decisión de vivir a pleno pese a su silla de ruedas lo llevó más allá. Decidió seguir estudiando en Mendoza, para lo cual viaja seguido. No dejó de manejar autos, por lo que hizo modificaciones que le permiten acelerar y frenar a través de sus manos. Logró conseguir una silla de ruedas que mediante el tirón de un dispositivo puede desarmarse con facilidad. “Aunque no logro estirar la totalidad de mis brazos, juego tenis de mesa adaptado y volví a esquiar, algo que antes del accidente amaba hacer, como jugar al fútbol. Para esquiar se usa un esquí especial, con un sillín y unos bastones, que ya existe en el mercado. Voy a boliches, me junto con mis amigos, hasta el año pasado conducía un programa de radio, fui mánager de bandas de rock y me fui manejando a Chile en vacaciones. Mi vida no se basa en una silla de ruedas. Creo que nunca sentí que perdí la batalla y siempre le puse la mejor voluntad a todo. Yo no tomé el accidente como algo que me arruinó la vida, todo el tiempo pensé en positivo”, contó.

Desde aquel enero de 2008, su vida fue cambiando a medida que fue rompiendo sus barreras, especialmente las de la mente, las que le permitieron hacer un quiebre. Por eso, cuando tuvo que ponerle un nombre a la charla que dará hoy dio muchas vueltas. Pero se dio cuenta de que la palabra estaba ahí, en sus relatos, en sus palabras, en los momentos claves. Por eso la llamó, simplemente, “Click”.