Desde el sábado pasado, la vida de la familia de Matías Paredes (15) y de Leandro Zeballos (10), ya no es la misma. Los chicos jugaban en el fondo de una bodega en San Martín y sufrieron grandes quemaduras, por las que aún siguen internados. Pero este accidente no sólo los afectó a ellos. Impactó sobre la familia también. Desde ese día, los papás pasan la mayor parte del tiempo en el hospital y hasta dejan a sus otros hijos al cuidado de familiares. “Es todo un trastorno, además son muchos gastos en colectivo, remedios y hasta la comida es un gasto extra. Pero lo único que nos importa es que los chicos estén bien”, dijo Clara Vicentela, la mamá de Matías, que es el que tiene quemado el 10% de su cuerpo. Por su parte, Javier Zeballos, el papá de Leandro (con quemaduras en el 15% de su cuerpo) contó lo difícil que es para él hacerse cargo de su hijo. “Hace 4 años que mi vida es en silla de ruedas porque no puedo caminar. Hay veces que me cuestan más las cosas, pero hago todo lo posible por mi hijo”, agregó el hombre, que tiene 4 chicos más a su cargo.
Los niños están internados en el Servicio del Quemado del Hospital Marcial Quiroga. Sus papás, que ya llevan una semana ahí, conocen a los médicos, enfermeros, la gente de seguridad y hasta los familiares de los demás pacientes. “Aunque no nos guste es como si fuera nuestra casa”, dijo Clara, que festejó su cumpleaños junto a su hijo. Dijo que el regalo más lindo que recibió fue de parte de sus otros hijos y algunos sobrinos. Ellos le enviaron cartas para saludarla.
La mujer contó que junto al papá de Matías están haciendo todo lo posible para ayudar a los chicos. “Además tengo todo el apoyo de mis hermanas y mi familia. Me ayudan a que los otros hijos puedan seguir con sus vidas. Van a la escuela como si nada”, dijo la mujer. Ella tiene que tomar 4 colectivos para ir y volver a San Martín.
Mientras se apoya en su familia y confiesa que lo que la hace sentir más tranquila es orar a cada rato, dijo: “Ahora no nos importa nada. No queremos plata de la empresa, lo único que le pediría es que recen mucho para que mis hijos, y digo mis hijos porque el otro nene es como si fuera mío porque están juntos en esta lucha, se recuperen”, agregó.
Quien también confesó que los rezos lo tranquilizan bastante es Javier Zeballos. Con un rosario en su cuello, el hombre dijo que su hijo sigue muy adolorido y que la morfina lo tranquiliza, aunque sigue con mucho miedo. “Es muy duro escucharlo gritar cuando le hacen los baños para limpiarlo. A pesar de que está anestesiado tienen la sensación de dolor y llora desde que le avisan que van a curarlo hasta que sale. Eso es difícil de soportar como papá”, dijo el hombre, que quedó inválido hace 4 años en un accidente de tránsito y ahora como puede se las ingenia para levantar a su hijo de la cama del hospital. Javier contó que si bien la mamá del chico, que no tiene la tenencia, le da una mano en las noches él y sus papás son los que están más apegados al niño. Además tiene otros 4 chicos de entre 15 y 5 años. “Sus hermanos están muy tristes. El mayor lo ayudó ese día de la quemadura y de la desesperación lo metió en un canal para que le aliviara el dolor. Pero no pudimos hacer nada. Yo voy a ir hasta las últimas consecuencias, quiero que se haga justicia porque mi hijo y el otro niño podrían haber muerto. Según nos dijo a nosotros la gente de Ambiente, ese lugar tenía una temperatura de 280ºC”, dijo.
El accidente de los chicos ocurrió el sábado 21 de noviembre, en la bodega Jugos y Vinos Andinos SA, que está ubicada en las inmediaciones de Laprida y San Isidro, en San Martín. Los chicos ingresaron al predio que estaba abierto y subieron a unos montículos con residuos que la empresa acopia en ese campo. Uno de ellos, el de 10 años, cayó en un pozo y el otro trató de rescatarlo porque el chiquito gritaba que se quemaba. Ambos sufrieron grandes quemaduras en piernas, manos y brazos.
