Su relato de vida contagia entusiasmo y resulta tan natural como sus pasas de uva for export -las que forjaron una poderosa Pyme vitivinícola y reportan arrobamiento genealógico-. Al menos, el génesis agro industrial que describe Alberto Cassab Ahún (65), propone un decálogo empresarial que enaltece la familia y no flaquea en desafíos. Así lo profesa ante DIARIO DE CUYO y desde su amplio búnker de la calle General Paz, -una suerte de azucarado templo que respira pasado, presente y futuro, donde también reinan sus hijos Andrea, Ana y José Alberto.

"Me ayudan Andrea Vanesa (37), que es licenciada en Administración de empresas, Ana Carina (35), contadora pública y José Alberto (29), que le quedan 4 materias para abogado. Paola Fernanda es mi otra hija pero no quiere saber nada con esto y se dedica a la abogacía. Mónica se encarga exclusivamente de Dismar", contó el sanjuanino que no titubea valores y le enseña a sus herederos que "lo que ellos ven, ha costado mucho esfuerzo hacerlo y hay que mantenerlo". "Pero estoy seguro que cuando yo y mi señora no estemos presentes, ellos van poder manejar todo muy bien porque están preparados, fogueados y sufridos", remarcó.

"Todo lo esto lo construí heredando la ideología de progreso de mi abuelo Abraham Ahún. Lo admiraba de pequeño y fue un ejemplo de trabajo. Llegó a principios del siglo XX y fue pionero de la vitivinicultura en San Juan. Era un bodeguero muy importante de Caucete", explicó orgulloso el hijo de José Cassab y Elizabeth (ambos fallecidos) y haciendo honor a uno de los apellidos de su firma.

"Pero antes de tener el secadero y a 10 años de ser abogado, allá por el "76, pusimos con mi hermano Carlos (63) la casa de electrodomésticos Dismar. Como andaba muy bien, comencé a invertir en tierras por mi cuenta, hice parrales y hasta compré las hectáreas que supo tener mi abuelo", prosiguió Alberto quien para 1981 comenzó a producir la variedad Arizul -ideal para pasas- y en 1985 creó Dismotor (venta de tractores y motores). Plataforma de éxito que consumó la inauguración en 1988 de la contemporánea Cassab Ahún SRL, planta de procesamiento que se especializa en el rubro de las pasas sin químicos (única en San Juan), está ubicada en Santa Lucía y exporta hasta 200 mil cajas por año (de 10 kilos cada uno) a países como Francia, Taiwan y EEUU. Un porte internacional que no sólo amerita números gloriosos -bajo estrictos controles de certificación- sino que revela un pasado de ardua labor y confianza.

"Es el resultado del sacrificio de muchos años. Pero soy un tipo muy optimista, corajudo y creo mucho en Dios", aseguró el mandamás de un establecimiento que cumple los requisitos de responsabilidad social empresaria ante las Naciones Unidas y que con apoyo ADN -su esposa Mónica (60) y 3 de sus hijos trabajan con él-.

¿Las claves de su éxito? "No dormirse en los laureles porque al otro día te sacan del mapa, servir a la sociedad, seguir apostando a la calidad de los productos y velar por las necesidades de mis empleados", detalló Alberto, el mandamás de un imperio que además de proliferar sus pasas orgánicas por el mundo y cuidar el medio ambiente, rinde culto a los derechos humanos.