Pocas instituciones han sufrido más cambios en sus modalidades de interacción que la familia.

Escuela y familia, dos instituciones que por su convergencia en la educación de un mismo sujeto, debieran cooperar y complementarse.

Hoy los tiempos no son fáciles, son grandes desafíos. Se trata de resolver los problemas que atraviesan familias y escuelas, así poder trabajar en la construcción de un nuevo equilibrio, no tan seguro como el añorado pero infinitamente más saludable. Se puede hablar de familia sana, cuando permite percibir su dinamismo y evolución en constante proceso de equilibrio. Es decir, disfrutar del bienestar tanto sicológico como social.

No es la carencia de conflictos, totalmente inevitables, ya que ellos están presentes en cualquier convivencia humana. Si bien, afecta a todas las familias son, precisamente las estrategias puestas en juego para afrontarlos y resolverlos, las que definen su salud. Una señal es cuando se demuestra un clima emocional cálido y se apoya en sentimientos potentes de alianza y compromiso, sus vínculos emocionales son sólidos, resistentes a las crisis, abierto a la idea de reciprocidad y cooperación.

Uno de los mayores retos es la incorporación de la familia a la escuela, cuyo lema es la acción conjunta para la formación integral del niño y adolescente. De esa manera, se podrá hablar de educación integrada entre ambas. Sin dejar de considerar que la familia es la primera educadora.

"Hoy pareciera que Escuela y Familia ponen constantemente en cuestión la capacidad educadora, la credibilidad y eficacia Compete a la escuela intentar un nuevo acercamiento a la familias y en especial, a otras formas de grupos familiares, atendiendo a la diversidad” (Escuelas huérfanas, padres ausentes – Lic Mónica Coronado). Ambas, familia y escuela, son socios principales de la más complicada y fascinante de las empresas: la educación de niños y jóvenes la transmisión de la cultura, valores y la posibilidad de transformación. Son matrices que dejarán huellas, modelarán rumbos y definirán futuro.

¿Qué pasa con las demandas y exigencias que las familias le plantean a la escuela? ¿Son razonables?

¿Qué pasa con las demandas y exigencias que la escuela plantea a las familias? ¿Son razonables? ¿No será que muchas de las exigencias que plantean las familias debería darlas el Estado? Las familias solas no pueden dar respuestas muchas veces.

Otro aspecto a considerar, es analizar si las modalidades de circulación establecida entre ambas ayudan u obstaculizan la comunicación. Aún tomando en cuenta los entornos socioculturales de familias, escuelas y docentes. Hoy no existe el verdadero respeto mutuo y en especial a la autoridad del docente, no es reconocida por muchos padres. Hace falta jerarquizar la función del maestro ante la familia.

Es una tarea compleja, porque se trata esencialmente de intención y actitud. Es necesario "un lugar de encuentro” donde las diferencias sean reconocidas y aún los límites de la aceptación sean la fortaleza que los une. Todo esto nos preocupa desde los diferentes roles que ocupamos ya sea desde la mirada "familiar” como "escolar”. Hoy docentes y padres tienen que buscar modalidades para permitir que los principales destinatarios de nuestros esfuerzos, los niños y jóvenes, reciban la educación que merecen y la cual tienen derecho.

Padres y docentes, escuelas y familias, tienen el desafío de construir encuentros saludables.

(*) Licenciada en Letras. Escritora y productora de "Botica Educativa”-LV5 Radio Sarmiento.