Hemos dicho que la educación sexual es una educación para el amor. Pero, ¿qué es el amor? Hoy hay personas muy confundidas sobre la esencia del amor, que asocian el amor a situaciones cómodas, poco exigentes, egoístas, inmaduras.
Por eso, en estas líneas analizaremos que es el amor de verdad. No debemos confundir "querer" con "amar". A las cosas se las quiere en tanto resultan necesarias, útiles o placenteras; a las personas, en cambio, se las ama -o se las debería amar- de una forma incondicional, esto es, en sí mismas y por sí mismas, y no como instrumento o medio de utilidad. Querer implica una actitud utilitarista del otro. Querer es buscar mi bien a partir de la cosa o la persona que se presenta como un bien para mí, como algo útil, valioso, agradable, placentero. Entonces, ese algo o alguien es querido en cuanto representa un bien para la persona. "Te quiero porque me haces feliz". Querer se centra en uno mismo, es egocéntrico. Amar, en cambio, se centra en la persona del otro. Quien ama desea el bien del otro. "Te amo y deseo hacerte feliz". El amor es alocéntrico porque busca el bien del otro y no el propio bien. El amor es dar la vida en los actos de cada día por el amado.
Es así que el amor se caracteriza por ser desinteresado, generoso, capaz de sufrir. "No hay mayor amor que dar la vida por el amado". Es un generoso y bondadoso deseo de bien y felicidad hacia el otro, aunque para conseguirlo se sufra dolor o se prive de algo necesario. Es un amor incondicional, independiente de lo que se "sienta", que todo lo perdona, aunque no es ciego, y ve los defectos del otro, y como quiere su bien, ayuda a superarlos. No disminuye al saber que el otro no es perfecto. Por este amor hacemos el esfuerzo por superarnos en bien del otro, de superar nuestros defectos, de dejar nuestras comodidades y mediocridades, lo que hace que crezcamos como persona. Este amor es una tarea de todos los días. Hay que poner la voluntad para superar dificultades y problemas, y esto supone sacrificio y renuncia, a veces también sufrimiento. El amor verdadero quiere para el otro el bien como lo quiere para sí mismo, es decir, le capta como si fuera otro yo. Quien llega al verdadero amor ha descubierto "lo que el otro es", a lo más íntimo de su ser superando tanto la atracción física como el sentimiento. El amor verdadero se constituye cuando se quiere al otro por "ser quien es", es decir, por sus valores personales, con sus defectos y virtudes. Es el amor de unión y donación, que es una decisión de la inteligencia y la voluntad. Es el amor-don que busca el bien del amado, la felicidad del tú a través mío, un salir de sí mismo (olvidando y renunciando) para donar el propio yo a la persona amada (entrega sin reservas) a quien se recibe tal cual es.
Ahora bien, el amor sexuado entre varón y mujer es "querer" y"amar" a la vez. Tomemos el ejemplo de una moneda. Esta tiene dos caras que se diferencian pero no pueden separarse. El amor conyugal también tiene "dos caras" que no deben separarse: por un lado, el amor de deseo, atracción, sentimiento, y el amor personal por otro. El primero es el "querer para sí", es el "te quiero para mi, porque soy feliz contigo, porque estando contigo siento placer, me siento muy bien". El segundo es el que "se dona al otro", es el "te amo y deseo hacerte feliz a ti, porque siendo feliz tú entonces yo soy feliz". Si de la moneda eliminamos una cara, entonces esta queda adulterada, inservible, falsa. Con el amor pasa lo mismo, deben estar presentes tanto el querer-posesión como el amar-donación para que sea un amor verdadero y maduro. Posesión y donación al unísono, no son separables en el amor maduro, que supone ambos aspectos, integrados y subordinados, es decir, el deseo o posesión sometido y sublimado a la entrega total.
Un amor que solo se busca a sí mismo, poseer sin entregar, es un amor egoísta o inmaduro: que gira sobre sí mismo, lo cual es contrario al amor. Muchas personas se quedan en la etapa posesiva sin madurar hacia la oblación de sí; son aquellos que llevan una relación dominante a costa de ir anulando progresivamente al otro, cosificándolo, usándolo, de acuerdo a los intereses particulares. Y cuando ya no encuentran su utilidad, cuando ya no cumplen sus expectativas, o cuando encuentran otra persona más útil para satisfacer sus exigencias, entonces abandonan la relación argumentando que "el amor se acabó". En realidad, no es que el amor se acabe, es que nunca existió como tal, pues sólo era "querer".
