Todo se veía raro. En vez de estar atestada de pacientes, la sala de espera tenía prácticamente todas las sillas desocupadas. En lugar de llorar por el aburrimiento o el dolor, los niños se reían. A la vez, sus madres no mostraban fastidio, sino que aplaudían. Parecía que nadie sabía que estaba en el Hospital de Niños esperando al médico. Es que el patio se transformó en el escenario de un show de títeres, para que los chicos enfermos también disfrutaran las vacaciones de invierno.

Antes de las 17, los títeres integrantes del Festival Internacional de Títeres “El Cuyanito” y los miembros del Ministerio de Desarrollo Humano entraron a la sala de espera e invitaron a todos los chicos al patio. Luego, los niños se sentaron en la falda de sus mamás para ver el show debajo de los eucaliptus.

Rápidamente, la voz de la presencia del artista y sus muñecos comenzó a recorrer los pasillos. Así, más y más niños se enteraron del espectáculo y salieron a verlo. Fue el caso de Jesús, que corría buscando entretenimiento cuando una mujer le contó la noticia. Él se apuró para avisarle a su mamá y salió al patio. Allí estaba Benigno, un monstruo naranja que amenazaba a los niños para asustarlos, pero sólo lograba sacarles sonrisas.

Entre los que más se reían estaba Sol, que desafió al muñeco peludo al meter la mano en su boca. Y la seguía de cerca Agustín, que participó desde el público haciendo interactuar a su propio títere, un dinosaurio, con el mismísimo actor del escenario.

Así, los niños vivieron una tarde diferente, a pesar de haber tenido que ir al doctor.