El caso del intendente de la localidad salteña de El Bordo, descubierto en una fiesta privada con un grupo de presuntas menores de edad y en actitud poco decorosa, una vez más ha instalado el tema de la ética que debe ostentar todo funcionario público, en especial aquellos que fueron elegidos por la voluntad popular. La situación de Juan Rosario Mazzone es polémica y delicada y además de haber generado el repudio generalizado de su comunidad y de otros sectores, ya ha motivado al Concejo Deliberante Municipal a pronunciarse a favor de su destitución, y al fiscal penal con jurisdicción en la zona a imputarlo por el supuesto delito de "corrupción de menores".

Este proceso de investigación se originó a partir de la difusión, mediante la red social Faceboock, de una serie de fotografías donde aparecen presuntas menores de edad junto a Mazzone en su casa de la estancia La Ramada que, según él, prestó para la despedida del año de los remiseros del pueblo.

Todos los argumentos que de ahora en más puedan ser esgrimidos a favor o en contra de este hecho, no evitarán que la figura del edil quede manchada, poniendo en duda su moral, algo que un funcionario de este nivel, o de cualquier otro, no se puede permitir.

La ética en el cumplimiento de la función pública va más allá de ser un buen administrador o un eficiente gestionador y comprende también otros aspectos personales referidos a virtudes que debe tener toda persona de bien que trabaja en favor de su prójimo.

Cada vez estamos más acostumbrados a separar las aguas respecto a la calificación que se hace de las personas, pero no se debe olvidar que el ser humano en su integración es un todo indivisible. Hay que rescatar a las personas íntegras, porque son las que mayor garantía ofrecen a la hora de manejar los asuntos públicos, y esto se debe tener muy en cuenta a la hora de elegir a los representantes gubernamentales que deben trabajar para el pueblo.

Lo que la gente conoce del intendente Mazzone es que tiene 62 años y es "padre de 11 hijos", concebidos "con nueve mujeres diferentes", por lo demás no se ha preocupado por indagar en otros aspectos de su vida, a pesar de que los investigadores del caso han ordenado pericias psicológicas y psiquiátricas.

El apoyo político que lo puede sacar de esta incómoda situación está muy condicionado por las pruebas existentes, por lo que será muy difícil revertir el deterioro ético que se ha planteado.