�La de hoy, será la primera vez desde que se fundó el PRO que Mauricio Macri no estará en una boleta para jefe de Gobierno, cargo al que llegó en 2007 con una amplia mayoría y dejando al kirchnerismo como segunda fuerza.
Para el FpV-y el PJ en general- la Capital Federal es un distrito esquivo, con un votante que no siempre suele votar igual que en el resto de las provincias. En estos comicios sabe que tiene dos misiones. Una, más complicada, acercar posiciones con el PRO, que ha mantenido un piso del 40%; y otro más realizable, que es ocupar ese lugar del cual UNEN lo desplazó en 2013. A favor de este último objetivo es que su rival implosionó y hoy está dividido entre un sector más liberal-republicano, ECO, y otro con discurso de corte más progresista-socialdemócrata, SurGen.
Hace ocho años la fórmula Mauricio Macri-Gabriela Michetti sacó una diferencia irremontable en la primera vuelta, celebrada el 3 de junio. Llegó al 45,76%, con 798.292 votos, muy por arriba del 23,75% y 414.205 sufragios de la dupla Filmus-Heller. Esa diferencia se amplió al 60,94% para el actual jefe de Gobierno en el balotaje.
El nivel de participación fue el más bajo de este período: 70,04% en la primera vuelta y apenas un 68% en el balotaje. Cuatro años después hubo un déjà vu. Con los mismos rivales los números fueron muy similares. En los comicios del 10 de
julio de 2011, Macri-Vidal obtuvieron 47,07% de los votos, un nivel de apoyo que, en las elecciones nacionales, le valdrían ganar en primera vuelta. Segundo volvió a estar Filmus, esta vez acompañado por Carlos Tomada, que alcanzaron el 27,87%. La diferencia en balotaje fue incluso un poco más amplia que en 2007: el PRO llegó al 64,2% y el FpV al 35,7%.
