Morris es un periodista independiente, de 41 años, crítico acérrimo del presidente Alvaro Uribe. En su programa de TV suele entrevistar a activistas de izquierda y víctimas de abusos de los derechos humanos cometidos por el gobierno colombiano. Ha sido seleccionado para pasar un año en Harvard con una Beca Nieman. Morris ha viajado más de diez veces a EEUU antes de que su visa de 5 años expirara en mayo. En enero, fue invitado a la residencia del embajador estadounidense en Bogotá para participar de un almuerzo privado con James Steinberg, número 2 del Departamento de Estado. Pero cuando fue al consulado de EEUU, en junio, para renovar su visa para ir a Harvard, se la negaron bajo la Ley Patriótica, que bloquea la entrada a cualquiera que "apoye o promueva actividades terroristas".
Morris niega ser un simpatizante o colaborador de las guerrillas colombianas. Según me dijo, es víctima de "amenazas, estigmatización y detenciones arbitrarias" por su trabajo, que le da voz a aquellos que son excluidos por los medios de difusión más importantes. "Soy un demócrata. Ni siquiera fui miembro de la Juventud Comunista, ni de ningún partido político de izquierda. Mi trabajo es público, y en defensa de las víctimas de actos de barbarie cometidos por el ejército, la guerrilla y las fuerzas paramilitares", señaló.
Por mi experiencia, conozco los casos del prominente editor venezolano y ex ministro de Planeación Teodoro Petkoff y del ex líder de la guerrilla salvadoreña, ahora académico de Oxford, Joaquín Villalobos. Ambos fueron guerrilleros en su juventud -como el presidente de Uruguay y muchos funcionarios latinoamericanos que ahora son recibidos con alfombra roja en Washington- y tienen problemas para entrar en EEUU a pesar de que renunciaron a la violencia y la condenan públicamente. A principios de este año, Barack Obama levantó la prohibición de entrada al país de los académicos Tariq Ramadan, de la Universidad de Oxford, y el sudafricano Adam Habib, lo que pareció señalar un cambio.
