Aquel desierto de polvo blancuzco -en realidad formado con el residuo de piedra caliza que desechaba una de las industrias cementeras más grandes del país con sede en la provincia-, a la vera del camino que lleva a Zonda, pasó a la historia. Esto es así no sólo porque la fábrica de cemento Loma Negra adquirió tecnología para aprovechar cada partícula de materia prima para sus procesos y así limitar sus desechos; sino además porque desde el 2007 a esta fecha, se logró dispersar esos polvos al mezclarlos con tierra y arcilla, convirtiéndolos en un terreno fértil. La mejor prueba de ello son las 5 hectáreas -de las 300 totales del predio- que hoy lucen verdes gracias a la siembra de aguaribay y otras especies, incluidos membrillos, duraznos y olivos.
Pero eso no es todo. En las partes más altas hicieron una prueba piloto plantando masivamente -por primera vez en San Juan- 3500 retamos, un ejemplar típico de la flora autóctona.
Siguiendo al pie de la letra las recomendaciones de los alumnos y docentes que están al frente de la cátedra de Botánica de la carrera de Biología que se dicta en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de San Juan, la fábrica donde a diario se embalan 18.000 bolsas de cemento, pudo encaminar su plan de remediación ambiental y tratamiento del "polvo electrofiltro”, tal como llaman internamente al polvillo que desechaban y que tantos dolores de cabeza ha provocado a propios y ajenos. Es que si bien no constituía un contaminante peligroso -al ser un polvo pesado no se desparrama fácilmente con los vientos, según explican los expertos y además en la fábrica se manipula a través de máquinas- si significaba una molestia a la vista.
Hasta ahora han alcanzado un 80 por ciento del plan de remediación y no descartan culminarlo en los próximos dos años, según asegura Gustavo Cerrone, el gerente de la planta San Juan. Los plazos son más que prometedores ya que cuando se comprometieron en llevar adelante dicho proyecto calculaban que llevaría por lo menos 50 años de trabajo sobre la tierra.
"Evaluamos que tenían un pasivo ambiental grandísimo. Algo había que hacer, ya que no sólo era preocupación para la firma sino también era un tema pendiente que resolver para el área de Turismo y Medio Ambiente del gobierno, en donde se consideraba que el aspecto que daba esa extensión pegada a la fábrica y que se podía visualizar desde la ruta era un factor negativo para el desarrollo que se pretende en el lugar. Por medio de la firma de un convenio, nos pusimos a analizar la factibilidad de hacer un bosque e inclusive implantar las especies autóctonas que habíamos reproducido con los alumnos en nuestro vivero experimental, que es parte de un proyecto de extensión dentro de la UNSJ. Todos trabajamos y fue un éxito ya que prácticamente el polvillo ha desaparecido”, cuenta Justo Márquez, quien junto a Antonio Dalmasso son los profesores titulares de Botánica, cátedra que se involucró de lleno en el proyecto. Además de ellos, 4 alumnos trabajaron como pasantes.
Desde que la planta cementera se instaló en San Juan a principios de la década del "60 para la extracción del material calcáreo y producción de conglomerantes para la construcción, siempre arrojó sus residuos en su propio predio, colindante con la planta de producción. Así fueron cubriendo la totalidad de las 300 hectáreas con este polvillo que se fue acumulando y formando verdaderas montañas blancas. "El proceso industrial de fabricación de cemento consiste en la trituración, molienda y calcinación de piedra caliza. Debido a problemas operativos, no contábamos con la capacidad de reintroducir al proceso de fabricación, las enormes cantidades de dicho "polvo de electrofiltro" generadas. Entonces el destino era llevar este material fuera de la planta, formando las escombreras y depósitos. Hoy por suerte, la realidad es distinta”, resume el gerente.
A esta altura de las circunstancias, los mismos obreros de la fábrica se han apropiado del proyecto y son los que hacen el seguimiento del regadío e inclusive de la reforestación. Tanto que han modificado el trazado original y en su lugar, en el último año, plantaron ejemplares de frutales. "Es otra prueba piloto más, con la que queremos involucrarnos con alguna escuela agrotécnica que esté interesada en aprovechar los frutos que cosechemos para sus producciones. Estamos muy entusiasmados de ver cómo el predio está tan verde. Creemos que es así porque corremos con una ventaja: el polvillo no es otra cosa que piedra caliza fortalecida ya que para hacer cemento se debe mezclar con otros minerales. Esto, sin lugar a duda, ha hecho más fértil esta tierra”, asegura Cerrone.
