–PRIMERA PARTE–
Por supuesto que cuando hablamos de la familia Sarmiento nos referimos a la de nuestro máximo prócer provincial. Domingo Faustino Sarmiento, que es sin lugar a dudas una de las más célebres y tradicionales de San Juan. Su linaje puede seguirse (como la mayoría de los apellidos sanjuaninos de antaño) hasta el matrimonio de Eugenio de Mallea con Teresa de Ascencio.
Hasta el abuelo de Domingo Faustino, el apellido familiar fue Quiroga Sarmiento, pero el único de sus tíos (hermanos de su padre) que heredó dicho apellido fue el mayor, Manuel José Quiroga Sarmiento (Conocido porque llegó a ser obispo, reemplazando a Fray Justo Santa María de Oro).
Faustino Sarmiento nació el 14 de febrero de 1811 y su nombre de bautismo es Faustino Valentín, siendo su madre quien lo apodara Domingo en honor al santo de su devoción. Hijo de Don José Clemente Cecilio Sarmiento y Doña Paula Zoila Albarracín e Irarrázabal.
Su padre fue un andariego arriero, pero también un gran patriota y militar. Peleó en Chacabuco junto a San Martín y fue el encargado de traer a San Juan 300 prisioneros de esa batalla (con ellos Ignacio de la Roza construyó el canal Pocito hoy canal Céspedes). También en una cruzada solidaria llevó a Tucumán víveres, abrigos y armas para la tropa de Belgrano a cargo del Ejército del Norte. Además de acompañar a su hijo en sus exilios fue Comisario de Policía y Recaudador de Impuestos.
Su madre Doña Paula Albarracín, hija de una tradicional familia de San Juan. Su padre (de Paula) Cornelio Albarracín supo ser un hombre de gran fortuna, pero tras una larga y agónica enfermedad que lo tuvo doce años en cama su fortuna se vino abajo y Paula sólo heredó un terreno en el barrio El Carrascal. Allí construyó su casa a fuerza del trabajo en su fiel telar. Dice Sarmiento en Recuerdos de Provincia: ‘La casa de mi madre, es la obra de su industria, cuyos adobes y tapias bien podría computarse en varas de lienzo tejidas por sus manos para pagar la construcción’. Mientras la casa estuvo en obras, el telar se alojó bajo la conocida higuera del patio. Desde allí mientras hacía su labor, Paula comandaba la obra, asegurándose que no faltaran palos o adobes. En enero el árbol se llenaba de higos que eran secados al sol sobre uno de los techos, estos servían de postre en invierno y también se vendían para ayudar con la construcción.
Del matrimonio de Clemente y Paula, nacieron quince hijos, de los cuales sólo sobrevivieron cinco hasta la vida adulta: Paula, Vicenta Bienvenida, María del Rosario, Faustino Valentín (Domingo) y Procesa.
Otros murieron al nacer pero Honorio Murió con diez años, Manuel y Juan murieron de meses.
Paula (la mayor), le decían ‘la Santa’ por su humanidad y buen corazón. Aprendió el uso del telar y ayudó activamente a su madre en el hogar. Se casó con Marcos Paz, un joven cordobés, y tuvo cuatro hijos: Corina, Esperanza, Clemente y Marcos. Este último llamado como su padre se unió al Batallón San Juan y estuvo en la guerra del Paraguay. Tras sobrevivir a este conflicto, fue muerto en combate en las revueltas internas entre federales y unitarios en el país. Paula murió longeva a los 96 años.
Bienvenida fue maestra, inspirada por su hermano. Cuando Domingo fundó el Colegio Santa Rosa, ocupó el cargo de vicedirectora. Años más tarde toda la familia emigró a Chile acompañando a Sarmiento al exilio. Allí junto a su hermana Procesa fundaron un colegio. Tras doce años afuera regresó a San Juan donde formó una escuela de capacitación docente que Sarmiento oficializó como gobernador bajo el nombre de ‘Escuela Modelo’. Tenía talento para las artes plásticas pero no sobresalió como su hermana Procesa. Murió soltera a los 96 años de edad en la misma casa del Carrascal donde nació.
María del Rosario: Nació un 12 de octubre cuando América cumplía 320 años de su descubrimiento. Al igual que sus hermanas aprendió el arte del telar y ayudó en la casa. Durante su infancia tuvo un pequeño defecto de dicción que se le pudo corregir a tiempo. Quizás por esto es que su madre la cuidaba con particular dedicación. Era jocosa y divertida pero tenía su carácter. Acompañó a sus hermanas dando clases en el colegio Santa Rosa y en Chile. Cuando su hermano fue presidente la llevó de ama de llaves de su casa particular, tarea que desempeñó con gran destreza. Murió en San Juan a los 90 años.
