No integran ninguna protectora y no reciben dinero por su acción. Lo hacen sólo por amor a los animales. La familia Burgoa es la que se ofreció a cuidar a la yegua que el domingo pasado se desplomó producto de la falta de alimentación, una infección y laceraciones por todo el cuerpo en una calle del barrio Los Tamarindos, Chimbas; un incidente que se viralizó en forma inmediata por las redes sociales. Noelia Burgoa fue uno de los tantos interesados que acudieron al lugar y como el animal, en estado crítico, necesitaba un lugar rápidamente, ofreció la casa que tienen de fin de semana. Y allí, desde el domingo, el animal se recupera lentamente. Lo particular es que los Burgoa ya tienen otros tres caballos en esa finca que lograron rescatar de la calle en malas condiciones y ahora viven una vida tranquila. Para los Burgoa, los caballos son como mascotas junto a los 17 perros callejeros a los que también les dieron refugio.
Entre los tres caballos y los 17 perros, los Burgoa gastan aproximadamente 2.000 pesos mensuales en alimentos. Y todo sale del bolsillo de Isaías, quien es empleado aeronáutico retirado, y de las muñecas de trapo que venden sus hijas para reunir fondos, movilizados sólo por amor a los animales.
Alba fue bautizada la yegua que ya logró ponerse de pie y cuyo caso conmovió a los protectores de animales, al punto que desde Córdoba llegaron dos veterinarios para brindarle asistencia. Precisamente, cuando Alba esté totalmente recuperada será llevada al Santuario Equidad, un refugio en Córdoba perteneciente a la Fundación Franz Weber, que tiene un convenio con municipalidades cordobesas para ‘jubilar’ a caballos carreros.
‘A Alba le va a llevar mucho tiempo recuperarse. A Muñeca, una yegua que también rescatamos, ya hace un año que la cuidamos y aún no está al 100 por ciento’, dijo Isaías Burgoa, el jefe de familia.
Muñeca era usada para desplazar una carretela. Estaba en tan mal estado como Alba y con una grave infección. Cuando les avisaron a los Burgoa, Isaías fue al lugar y ofreció dinero para llevársela. ‘Entre que se les muriera, decidieron dármela’, contó.
Pero el primer caballo que rescataron fue Blue. Tenía 6 meses y lo tenían en una casa de barrio. Les avisaron que sus dueños no sabían que hacer con él y que lo golpeaban constantemente. Lo fueron a ver, pero como por entonces no sabían qué hacer con un caballo, los Burgoa se volvieron a casa. ‘Pero no alcanzamos a llegar, que a Blue ya lo traían en camioneta. Así que lo empezamos a cuidar. Lo golpearon tanto, que cuando uno levanta la mano para acariciarlo todavía tiene miedo y agacha la cabeza’, dijo Nidia, otra hija de Isaías. El segundo animal fue Luna y la rescataron de un chiquero, semienterrada en barro. Sólo tenía 5 meses y un casco infectado.
