La jornada post clasificación al Pentagonal final conseguida con el gran triunfo sobre San Martín, en Mendoza, antenoche en el último minuto, tuvo ayer un día de festejos desde la llegada a San Juan en la madrugada (ver recuadro), pasando por lo poco que durmieron los jugadores por la euforia de la clasificación, mientras que por la tarde se trasladaron hacia la Difunta Correa para agradecerle por el objetivo logrado, pensando siempre en lo que viene.

El motivo de ir al paraje de la Difunta ya se había hablado hace tiempo. La visita grupal estaba pendiente pero luego de los incidentes con Trinidad y de haberse metido en el Pentagonal final, no dudaron en realizarla. "Venir hasta la Difunta era algo que nos debíamos desde el año pasado cuando terminamos arriba en el Apertura, pero no pudimos venir todos juntos y algunos lo hicieron en forma particular. Luego se dio lo del juego suspendido con Trinidad y el mal momento anímico que vivimos. Y después de ganar en Mendoza y de la forma que lo hicimos inmediatamente decidimos que ahora era el momento de venir para agradecerle por todo lo que nos ha ayudado en este tiempo", contó Víctor Hugo Cabellos, el entrenador Azul, al que cuando se le preguntó si espera volver pronto, dijo: "en 15 días puede ser", en referencia al tiempo de disputa del Pentagonal final que le puede dar otro ascenso en menos de un año.

En la previa, se juntaron todos en el club a las 16, se instalaron en la utilería y cada uno contó lo emocionante que había sido ganar en la vecina provincia. Uno a uno fueron llegando hasta que estuvieron todos los que viajaron hacia Vallecito (los ausentes con aviso fueron Jorge Chica, Daniel Gómez, Jorge Carrizo, Walter Estrada y Ernesto Fullana).

Una vez puesto en marcha el colectivo que los trasladó, el mate y las tortitas fueron moneda corriente para una promesa inconclusa que debían cumplir. En ese viaje ya se empezó a hablar de lo que viene, que serán 4 partidos que lo separan de un ascenso al Argentino A.

Una vez llegados a la Difunta, el primer puesto de venta de velas fue acechado por los jugadores, luego subieron cada uno de los escalones que los llevó hasta el santuario. En ese trajinar, quien más lo sintió fue Pascual Elizondo, un colaborador de la utilería que se adelantó a todos y de rodillas llegó hasta la Difunta.

Matías Monassa, Adrián Galván, Maxi Herrera, Matías Guerra y Alfredo Castro fueron los más fieles. El resto le colocó velas en un ritual ya característico. Todo con absoluto respeto y la fe de un sueño que para Unión no conoce de límites.