Con un aspecto cansado y sombrío. Con sus cabellos despeinados, una incipiente barba y usando la misma ropa que llevada puesta el domingo, un saco oscuro con camisa blanca y pantalón azúl, el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, escuchó ayer su primer revés judicial en la denuncia por abuso sexual que escandaliza al mundo.
La Fiscalía de Nueva York acusó formalmente al economista de 62 años de siete delitos por abuso sexual e intento de violación contra una mujer inmigrante africana, de 32 años y empleada de un hotel neoyorquino.
Por esos delitos Strauss-Kahn podría ser condenado a penas de 15 a 25 años de prisión por los más graves.
Tras escuchar el relato acusatorio presentado por la fiscalía de Manhattan, la jueza Melissa Jackson, denegó la petición de libertad bajo fianza de 1 millón de dólares solicitada por el abogado defensor, Benjamin Braffman, y fijó la próxima vista del caso para el 20 de mayo.
Strauss-Kahn fue detenido el pasado sábado en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York cuando ya estaba a bordo de un avión de Air France que le iba a trasladar a París, para asistir ayer a una reunión en Bruselas con ministros de la Unión Europea (UE) sobre la posible reestructuración de la deuda griega.
Al presentar las acusaciones contra el político francés, la fiscalía neoyorquina presentó las pruebas forenses que le implicaban y recordó que el acusado tiene otra investigación pendiente por otro escándalo sexual en el que estaría implicado.
Esa situación fue la que indujo a la jueza a no aceptar la libertad bajo fianza pedida por la defensa, pues estimó que se presentaba una posibilidad de huida del país, mientras que la fiscalía también ha subrayado que en este caso no se puede invocar inmunidad diplomática.
Durante la vista, Strauss-Kahn, con la mirada baja, negó los cargos que se le imputan.
Strauss-Kahn, que accedió a realizarse diversos análisis forenses para demostrar su inocencia, se defendió de esas acusaciones alegando que a la hora en que habría sucedido la agresión sexual que se le imputa almorzaba con su hija en un restaurante de Manhattan.
Tras el almuerzo, Strauss-Kahn tomó un taxi para ir al aeropuerto, donde se percató de que había olvidado uno de sus teléfonos móviles en el hotel, por lo que telefoneó al establecimiento para indicarles que su chófer pasaría a recuperarlo.
Esa llamada permitió a la Policía neoyorquina ubicar a Strauss-Kahn y detenerlo cuando estaba a bordo del avión unos minutos antes de despegar hacia París.
De la víctima, protegida por la unidad contra los delitos sexuales de la Policía de Nueva York, nada se sabe, excepto que es una inmigrante africana de 32 años, que tiene un hija adolescente de 16 años y que vive en el barrio de El Bronx y que sus vecinos, según la prensa local, la consideran una buena persona.
Anoche, Strauss-Kahn fue trasladado a la famosa prisión de Rikers Island de Nueva York, la cárcel más grande de EEUU, ubicada en la isla de East River, donde estará bajo prisión preventiva en una celda unipersonal y no tendrá contacto con otros de los presos.
