Luego de que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner pronunciara el duro discurso del viernes último, por las presiones sindicales a su gestión, el titular de la Corte Suprema de Justicia reiteró sus críticas al sistema presidencialista argentino, por considerarlo obsoleto.
Para Eugenio Zaffaroni el presidencialismo actual es irracional porque todo no puede depender de una sola persona, ya que a su juicio "es una especie de monarquía atenuada” y por eso las democracias más sólidas han virado hacia el parlamentarismo por ser más racional. Y observó que si el modelo que tenemos es Estados Unidos, desde su óptica allí tampoco funciona. Frente a este paradigma, que considera agotado a escala mundial, manifestó que el presidente de la Nación "es un ser humano como cualquiera de nosotros, puede funcionar o no”. "Todo el mundo tiene derecho a levantarse mal del hígado”, por lo que exhortó a debatir sobre presidencialismo y parlamentarismo para que sepamos de qué se trata cuando haya una oportunidad de modificar el reparto de poder entre las instituciones del Estado.
El magistrado aboga por una reforma constitucional de fondo aunque es una cuestión que genera temor según lo ha comprobado cuando él lo propone. "Da la impresión de que la Constitución Nacional es como la bandera, el escudo o el himno. No, la Constitución es un instrumento. Y si presenta problemas, hay que corregirlo legalmente, con los acuerdos políticos que hagan falta”, declaró Zaffaroni en Tucumán, al referirse a la actualidad política.
La improvisación con la se abordan temas tan profundos y trascendentes para la vida nacional, no puede adelantarse como ideas que puede ser interesantes de analizar. Antes hay que profundizarlas porque los sabios piensan lo que dicen y la fragilidad institucional que menciona el presidente de la Corte no está dada por anomalías o lagunas normativas que pudiera dar lugar a segundas interpretaciones del texto constitucional sino porque la clase dirigente, en particular, viola sistemáticamente la letra y el espíritu de la Carta Magna en cuanto a derechos y garantías que asisten a la ciudadanía.
El poder político viene bastardeando el basamento republicano, anteponiendo la demagogia, a la plena vigencia de las libertades supremas y a la acción plena de las instituciones democráticas.
