Se sabe que dentro de las tareas que ocupan la dirección de una escuela, la gestión pedagógica constituye una clave fundamental del proceso de transformación y mejora. Los directivos destinan la mayor parte del día a la resolución de situaciones inesperadas, y ante esto, habría que pensar que algo se está haciendo mal, y que sin duda, se ve reflejado en su gestión. La idea sería comenzar a trabajar para que el "apague incendio” sea la excepción y no la regla. Los directivos persiguen la calidad educativa de su institución que está determinada principalmente por la calidad de sus docentes, por sus aciertos y desaciertos. Entonces "¿Cómo es posible que se planifique una tarea conjunta para mejorar el desempeño de todos los involucrados en el proceso educativo? Si el nivel de excelencia de una institución depende fundamentalmente del compromiso y formación de sus docentes y no sólo de programas, recursos audiovisuales o laboratorios, ¿cómo hacer para crear un equipo con profesionales motivados que puedan garantizar una educación de avanzada? Ellos se esfuerzan día a día para encontrar la mejor manera de descubrir y poner en práctica las fortalezas de cada uno de los miembros de su institución” (Gestión educativa en acción Laura Lewis).

El director diariamente lleva a cabo tareas de diferente índole. Sin embargo, algunas, como las didácticas pedagógicas quedan relegadas por falta de tiempo. Y son estas actividades, las que resultan cruciales para garantizar la excelencia académica de las instituciones. Es prioritario que uno de los aspectos más fascinantes del ejercicio de la gestión es, precisamente, la posibilidad del pasaje de las ideas a los hechos. En un mundo cambiante como el actual, la gestión de las instituciones se fortalece en la medida en que se vuelven a pensar maneras de entender lo que ocurre en todas las dimensiones. Hoy se asume que en el nivel del establecimiento escolar, es donde pueden impulsarse innovaciones y a la vez evaluar la evolución del sistema mismo, de sus problemáticas y logros. Es por ello que la toma de decisiones de los actores, requerirá que directivos supervisores y gobierno escolar, aumenten sus espacios de decisión responsable para gestar, impulsar, asesorar aprendizajes significativos para los alumnos. Desaprender y aprender para cambiar entornos de incertidumbre, es lo que requiere hoy, de los equipos directivos, ante las nuevas situaciones de la escuela. Este cambio de paradigma requiere saberes, competencias, aptitudes, valores, metodologías, herramientas que auxilien y sostengan el camino a recorrer. Es fundamental el pasaje de una planificación estática y alejada de la realidad, a una concepción más vital y estratégica. Ante los actuales contextos de acelerados cambios y grandes dimensiones sociales y culturales, las instituciones educativas deben propiciar mejoras continuas. Es necesario nuevos estilos de dirección se trata del desafío del liderazgo. En este sentido ser directivo de un colegio no es sólo conducir, hoy, es hacer gestión, es hacer escuela en función de un horizonte de mejoramiento continuo, integrando teoría y el conocimiento que proviene de la propia práctica. Es unir, lo que actualmente se separa. El cambio se genera con acciones integrales, escuelas autónomas, instalando culturas democráticas. El liderazgo, asume el complejo desafío de convocar a participar a los docentes en equipos y extensas redes de trabajo. Gestión y liderazgo son dos nociones integradoras del universo de la prácticas de dirección de las escuelas y, ambas lograrán una pedagogía integral en la institución. Es prioritario crear nuevas formas de las tareas y, ofrecer alternativas a los directores para evitar el desgaste precoz.