El hábito de leer no es innato. Requiere un proceso de enseñanza e incentivación. Crear y formar hábitos de lectura es lograr que el infante recurra regularmente y, por su propia voluntad, a los materiales de lectura como medio para satisfacer sus demandas intelectuales y recreativas.
Los niños pueden iniciarse en el hábito enriquecedor de la lectura a través del arte de narrar, ejercido tiernamente por la familia, la escuela y la biblioteca.
La lectura es considerada como "un medio para lograr la autonomía porque permite decidir qué es lo que queremos aprender, en qué momento y en cuáles circunstancias. Es una actividad que exige la participación creativa del niño en la cual tienen la capacidad de escoger y criticar; por lo tanto ayuda a formar su autonomía y a dar sentido y coherencia a la información que recibe por otros medios".
En estos tiempos, a pesar del desarrollo de la informática y la tecnología, los niños saben escuchar y disfrutan con la narración de cuentos.
El cuento se caracteriza por ser breve, escrito en prosa; consta de un inicio, nudo y desenlace; enriquecido de metáforas, sonidos onomatopéyicos y silencios. Un cuento presenta un grupo reducido de personajes con sus intenciones, sentimientos, saberes y valores; y, un argumento no demasiado complejo.
El cuento infantil no sólo es importante porque sirve como estímulo para el futuro lector, sino también, porque contribuye al desarrollo del lenguaje, de la creación literaria, de la imaginación de mundos posibles, entre otros. Es un entretenimiento y una oportunidad de disfrutar el goce estético.
El cuento promueve la capacidad de transmitir valores, estimula la comprensión de textos y enseña cosas nuevas. Es uno de los géneros literarios más bellos porque permite viajar con la imaginación "sin fronteras".
Contar es maravilloso y el pequeño que aún no sabe leer imagina un mundo a su medida con duendes, hadas, gnomos y seres fantásticos que nutren y fortalecen su imaginación, su fantasía y su creatividad.
Es importante tener en cuenta que los niños no conforman un segmento aislado en la comunidad. Tanto su conducta, como sus preferencias, sus destrezas, sus hábitos, se desarrollan y manifiestan en la vida cotidiana. Por consiguiente, la promoción de lectura debe realizarse en un marco integral y natural, donde se involucren, no sólo la familia, la escuela, los amigos y la biblioteca. En otras palabras, se debe lograr que las personas que están alrededor del niño, se vuelvan verdaderos coprotagonistas en el surgimiento de la sociedad lectora; es decir, que también ellos tengan la oportunidad de descubrirse a sí mismo como lectores.
