Por cuarta vez consecutiva Lionel Messi obtuvo el Balón de Oro, demostrando su excelencia futbolística, pero también sus valores personales de humildad y generosa consideración cuando se refiere a sus compañeros de equipo. La combinación de ambos aspectos es lo que hace grande a este joven de tan sólo 25 años, un ejemplo que los jóvenes deberían imitar.
En un mundo donde con inusitada frecuencia se observan gestos de vulgaridad, palabras agresivas y la soberbia que lleva a creerse superiores a los demás, Lionel Messi sigue demostrando que se puede ser grande sin necesidad de humillar a los adversarios. Respetuoso de las reglas en el campo de juego y haciendo un show de eficacia cada vez que la pelota toca sus pies, demuestra sin detenerse que se pueden observar sin quejas las normas para un juego limpio y trabajar en equipo sin atribuirse los logros que obtiene constantemente.
El 2012 de Messi no se mide en meses sino en goles. En su calendario particular todo comenzó el 4 de enero, con un doblete ante Osasuna, y terminó el 22 de diciembre, con un gol ante Valladolid, para completar la insólita cifra de 91 tantos en 69 partidos. Además, en enero de 2012 ganó el tercer Balón de Oro y el FIFA World Placer. En mayo obtuvo su segundo Botín de Oro, con 50 goles en 37 partidos en la Liga; y por tercera vez consecutiva ganó "El Onze d’Or" al mejor futbolista de la temporada 2011/12.
No faltará quienes afirmen que aún le falta ganar un Mundial y, en todo caso, tiene un par de oportunidades por delante, porque para eso se prepara. ¿Hasta dónde puede llegar este jugador? Como decía Arrigo Sacchi, gran teórico italiano, hace poco más de un año: "Messi es hijo de nuestros tiempos, ama el fútbol y lo interpreta con profesionalidad y entusiasmo. Él se conecta magistralmente con el propio equipo y dentro de esa espléndida orquesta emite acordes extraordinarios".
Su grandeza y humildad también las dejó de manifiesto el mismo día en que recibía por cuarta vez el Balón de Oro. Cuando contestó si 2012 había sido su mejor año, dijo: "No, no creo que haya sido mi mejor año. Me interesan más los premios a nivel de equipo que los míos propios, individuales o los récords. Hubo otros años donde conseguimos muchas más cosas y fueron mejores". Toda una lección para aprender no tan sólo en el campo del deporte, sino también en todos los ámbitos de la vida.
Es que el éxito de cualquier comunidad, grupo o equipo, se obtiene cuando con generosidad se ponen los talentos personales al servicio de todos, y el bien común triunfa sobre el egoísmo.
