La Iglesia católica denunció ayer la ‘ausencia histórica y estructural‘ del Estado en la asistencia a los adictos, advirtió sobre una ‘creciente‘ tolerancia social a las drogas y rechazó la criminalización de los enfermos, sobre todo de los sectores más pobres.
La Comisión Nacional de Pastoral sobre Drogadependencia, de la Conferencia Episcopal Argentina, destacó en cambio el trabajo de prevención y recuperación de adictos que realizan los agentes eclesiásticos en barrios, asentamientos y villas de emergencias.
El presidente del organismo, monseñor Jorge Lozano, dijo que hay sectores que perciben en la actualidad ‘con naturalidad que un niño se drogue en las calles‘ o identifican ‘la venta de droga como un trabajo legítimo‘.
Al presentar el documento ‘No criminalicemos al adicto‘, el prelado cuestionó que por un lado se hable de ‘tolerancia‘ y por otro se rechace a los adictos, mientras ‘nadie se hace cargo de las consecuencias y decisiones‘ que esto conlleva. En tanto, el sacerdote José María ‘Pepe‘ Di Paola, a quien el papa Francisco, como cardenal de Buenos Aires, protegió cuando fue amenazado de muerte por narcotraficantes, sostuvo que ‘tras décadas de ausencia del Estado, se necesita de decisiones contundentes para revertir la situación de abandono en la que viven los adictos‘.
Di Paola, quien hoy cumple su tarea pastoral en villas de José León Suárez, valoró que el trabajo de ‘contención‘ del adicto que la Iglesia realiza a través de centros barriales se esté replicando en diversas provincias.
Por su parte, el coordinador laico de la Comisión, Horacio Reyser, pidió ‘tomar conciencia‘ frente al ‘marketing de la droga‘ que se instaló en la sociedad.
El documento comienza con una frase de Jorge Bergoglio -hoy papa Francisco- pronunciada en el 2008 al inaugurar un centro de rehabilitación de adictos en la villa 21-24, del barrio porteño de Barracas, donde dijo que ‘la sociedad anula a las víctimas de las drogas y los hace sobrantes‘. Asimismo, afirmó que ‘los problemas vinculados al consumo de drogas son cada vez más preocupantes‘ y no solamente por ‘la evolución del consumo y el tráfico‘ de estupefacientes.
