Buenos Aires, 16 de octubre.- La Pastoral Social del obispado de Neuquén demandó al Estado que "deje de estar ausente y renuncie a las excusas habituales que siempre promete hacer mañana cuando su deber es actuar hoy", a fin de evitar "la explosión social que tarde o temprano, toda injusticia social acarrea".
"Consenso, diálogo, compromiso, opción por los pobres,
decisión política, sumadas a un nuevo estilo de liderazgo que priorice el bien común, son algunas de las claves necesarias para erradicar
la pobreza", aseveró Bargalló.
En un mensaje relativo al Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, que se conmemora mañana, el prelado llamó a "todos" a renunciar a los intereses particulares y aseguró que la crisis de valores es causa la exclusión social.
Tras insistir en que "existe en el país una realidad concreta
y palpable de pobreza y exclusión que reclama esfuerzo y
compromiso para transformarla", advirtió que se trata de una problemática de la que "no podemos desentendernos, ni negar su existencia".
"Tampoco podemos quedarnos entrampados en la discusión teórica
acerca de índices y porcentajes, mientras está en juego la vida
de millones de niños, jóvenes, adultos y ancianos, cuya dolorosa
situación no se modifica de la noche a la mañana, por más que crezca
o disminuya un determinado guarismo", sostuvo Bargalló.
El responsable de la organización caritativa de la Iglesia
dijo que "el primer paso para encontrar la solución a un problema es
ver con claridad las causas que lo origina", y estimó "alarmante
considerar que se debe sólo a una cuestión económica".
"Las razones de fondo son mucho más profundas, el drama de la
pobreza tiene que ver con una crisis de valores y una crisis
moral", subrayó.
Bargalló precisó que se trata de "una crisis signada por el
individualismo, el egoísmo, la escandalosa concentración de riqueza
y poder en unos pocos y el consecuente debilitamiento de los
vínculos personales y sociales, que fueron arrastrando paulatinamente a una gran mayoría a quedar relegados al costado del camino, sin posibilidad de revertir su situación de exclusión".
"En Cáritas lo constatamos a diario: personas y grupos humanos
que hoy no cuentan con las mínimas oportunidades que les permitan
ejercer su libertad para poder elegir, para proyectar un mañana
diferente, para formarse, aprender y trabajar, desarrollando sus
capacidades y sus dones", puntualizó.
El titular de Cáritas pidió a Dios que "ilumine las decisiones
personales y sociales, para que cada uno, desde su propia
vocación, tarea o responsabilidad, y todos, desde la fraternidad que nos une, construyamos juntos, cada vez más, un país con igualdad de oportunidades para todos".
En tanto, la Pastoral Social del obispado de Neuquén demandó
al Estado que "deje de estar ausente y renuncie a las excusas
habituales que siempre promete hacer mañana cuando su deber es actuar hoy".
Asimismo, le reclamó que "asuma el deber indelegable que le
corresponde de canalizar, a través de sus poderes, la urgente e
imprescindible redistribución de la riqueza, a fin de evitar la
explosión social que tarde o temprano, toda injusticia social acarrea".
"Porque entonces no serán responsables de la misma los que
exploten, sino los que no hicieron lo necesario para evitarla",
alertó el organismo diocesano mediante un comunicado con la firma del sacerdote Rubén Capitanio.
La Pastoral Social neuquina se sumó a la jornada mundial por
la erradicación de la pobreza, renovando además el compromiso de
"seguir haciendo todo lo posible para que la exclusión de tantos y
la negación de derechos fundamentales como salud, educación,
tierra, vivienda, trabajo, sean enfrentadas con toda la fuerza de una
verdadera solidaridad".
El Día Internacional para la Eliminación de la Pobreza fue
establecido por la ONU en 1992 y nació por iniciativa del sacerdote
católico Joseph Wresinski, quien el 17 de octubre de 1987 colocó en
el frente del Trocadero, en París, una piedra con la siguiente
inscripción: "Allí donde haya hombres condenados a vivir en la
miseria, se violan los derechos humanos. Unirse para hacerlos respetar es un deber sagrado".
Esta misma inscripción se colocó tiempo después en la basílica
de San Juan de Letrán, la catedral del Papa, en Roma.
A ella se le agregaron las palabras de Juan Pablo II: "Nunca
más discriminaciones, exclusiones, opresiones, desprecio de los
pobres y de los últimos".
