Todo comenzó mirando un certamen de saltos por ESPN, el canal de deportes internacional. ‘Mamá, quiero hacer esto’, dijo Lucas Guevara Sousa, por entonces un pequeñín de cinco años que empezaba a soñar.

El sueño que se inició haciendo zapping se convirtió en realidad y hoy a los 12 años, Lucas se atreve a un paso más allá pensando en la equitación como un futuro profesional que lo lleve a participar de los Juegos Olímpicos. ‘Es mi sueño, sólo con participar estaría contento y si puedo lograr una medalla, mucho mejor’, dijo el joven jinete.

El tiempo dirá. Por ahora su presente se intercala entre sus tiempos para la escuela (va al Colegio Integral) y sus momentos para montar, los preferidos de Lucas y con los que cumple a rajatabla desde martes a sábados, al menos 1 hora por vez junto a Chamaco, su caballo.

El niño estuvo en la Escuela de Equitación del JCSJ durante cuatro años y medio, tiempo en el que ganó destreza y comenzaron a relucir aptitudes que lo llevaron a introducirse en la instancia competitiva. ‘Mi primer competencia fue en el 2010 cuando tenía seis, fue un certamen interno en la pista donde ahora en el hípico funciona una cancha de fútbol. Luego vinieron otras competencias internas, luego el Vendimia, el Cordillerano, el Torneo Aniversario de San Juan y el de Mendoza. También participé dos veces del Federal de Equitación, en el último que se realizó en Mendoza el año pasado salí tercero en la categoría Children’, contó Lucas.

En la historia de Lucas un apartado especial es el que merece Chamaco. El caballo fue un regalo de su abuelo ‘Cacho’ -así le dicen todos, dijo-, cuando tenía nueve años. Lo trajeron desde Buenos Aires y desde hace dos años son inseparables. ‘Tiene siete años, primero lo empezó a montar otra persona para probarlo y luego yo. Lo mejor que me dio este deporte fue aprender a vincularme con el caballo, hay que confiar en él; si uno llega mal a una valla generalmente la culpa es de uno, pero también hay que confiar en lo que siente el caballo, porque a veces le asusta la valla o no la quiere saltar y es por algo’, explicó.

Así pasan los días de Lucas, el niño que definió a la equitación como un hobbie que se transformó en amor a este deporte.