Bajo la Luna llena que coronaba el impactante Soccer City de Johannesburgo, Tevez e Higuaín desataron la locura y enamoraron a la hinchada argentina con tres goles que dieron la victoria a Argentina y el pase a cuartos de final del Mundial.

"¡íOle, ole, ole, ole, ole, ole, ole, ola, oooo, Argentina, es un sentimiento, no puedo parar"!", coreaban tras cada gol, entusiasmados, los cerca de 20.000 simpatizantes argentinos que alentaron a la Selección durante el partido.

"Creemos en D10S y EL MESSIAS”, podía leerse en una gran bandera colgada en una de las tribunas del estadio.

Una ovación recibió a Leo Messi, emblema del equipo de Maradona, cerebro y líder dentro de la cancha. El dominio celeste y blanco de las tribunas era la primera muestra de poderío ante un México que también contaba con una multitudinaria hinchada.

Llegó el momento de marcar terreno con el ritual por todos conocido. Cuando la música del Himno nacional comenzó a sonar, la tribuna empezó a corear. La cancha se llenó de serpentina, era un estadio local. "¡Vamos, vamos, Argentina, vamos, vamos, a ganar, que esta barra, quilombera, no te deja, no te deja de alentar!", cantaban los argentinos mientras ondeaban sus banderas. "¡Hay que saltar, hay que saltar, el que no salta es un inglés", gritaban sin parar.

Una vez que finalizó el partido todo era una fiesta. Las 20.000 almas coreaban "Volveremos, volveremos, volveremos otra vez, volveremos a ser campeones, como en el 86", cuando se resistían a abandonar el estadio.