Boca Juniors cayó ayer ante el Espanyol de Barcelona, por 3-1, en su debut en la gira europea, mostrando chispas de buen juego pero aún sin la solidez necesaria como para arrebatarle el trofeo Ciudad de Barcelona a los locales sobre el césped del estadio de Cornellà-El Prat.
El equipo de Falcioni abrió el marcador en el segundo tiempo con un gol de Cvitanich, pero los “Periquitos” consiguieron cambiar la historia con dos tantos del argentino Osvaldo, uno a través de un penal demasiado riguroso casi inventado- y el otro en una gran jugada.
Verdú, casi en el último minuto, selló el resultado con otro gol de penal también muy dudoso.
El técnico xeneize sacó a la cancha al mejor equipo que tiene en mente, con toda la confianza en Riquelme, que portó la cinta de capitán, para enfrentar a un rival que suele ser un hueso duro de roer en la Liga española, especialmente cuando se enfrenta a un equipo con historia, como Boca, porque entra el juego el orgullo.
Además, siendo el arranque de la gira europea, nada mejor que empezar dando una buena imagen, salir a buscar el partido, para que los jugadores luego tengan una base moral para seguir trabajando y, sobretodo, para cuando les toque enfrentar este fin de semana a un equipo de gran jerarquía como el Arsenal.
Con esta idea, Boca arrancó con fuerza en los primeros minutos aunque poco a poco fue perdiendo agresividad y volumen de juego. De hecho, a medida que los de Mauricio Pochettino iban ganando confianza, Boca se dedicó básicamente a defender.
